Quentin Dupieux ha hecho películas sobre neumáticos asesinos, sobre moscas gigantes adiestradas para atracar bancos y sobre domicilios que alojan máquinas para viajar en el tiempo; uno de los personajes de la que mañana mismo estrena comercialmente en España, ‘Fumar provoca tos’, es un pescado que habla mientras lo cocinan. Su cine ejemplifica el surrealismo en una época en la que el abuso del término le ha hecho perder buena parte de su sentido, y por eso era solo cuestión de tiempo que lo usara para acercarse al mito y la mística que envuelven la figura de Salvador Dalí, y que la película resultante fuera tan inclasificable e inexplicable como la que hoy ha presentado fuera de concurso en la Mostra.
‘Daaaaaalí’, dicho de otro modo, no tiene nada que ver con un ‘biopic’ al uso. Podría decirse que su mirada al genio de Figueres (Girona) se parece al retrato poliédrico que ‘I’m Not There’ (2007) hizo de Bob Dylan si la película de Todd Haynes, eso sí, en buena medida se hubiera tomado al músico a guasa. El pintor es interpretado por cinco actores distintos -¿o son seis?- y en ocasiones varias de esas versiones distintas del personaje aparecen en la misma escena o incluso en el mismo plano.
Aparentemente ambientada a principios de los años 80, sobre el papel la película trata sobre los sucesivos intentos infructuosos de entrevistar al genio por parte de una periodista inexperta pero, aunque razonablemente exacta, sirve sobre todo para proporcionarle a Dupieux el espacio necesario para probar virguerías estructurales -durante buena parte de su metraje, la acción transcurre dentro de un sueño que está dentro de otro sueño que a su vez está dentro de otro- y reivindicarse como activista implacable del absurdismo. Entretanto, llena la película tanto de referencias a cuadros de Dalí -su plano inicial es una recreación de la obra ‘Fuente necrofílica manando de un piano de cola’- como de guiños visuales y temáticos al cine de su amigo y colaborador Luis Buñuel.
«Mi fuente de inspiración ha sido la figura mediática, las apariciones en televisión que Dalí llevó a cabo en televisión en los años 80 y gracias a las que yo descubrí la personalidad y la manera de hablar del personaje antes que su obra”, ha explicado hoy Dupieux ante la prensa, y sus palabras explican que la retahíla de momentos de humor certero que componen ‘Daaaaaalí’ aludan a la forma de hablar del maestro, en un francés con acento catalán macizo como el adobe, o bien a su sentido del espectáculo y su vanidad. En una escena de la película, Dalí se define como “el único artista vivo en este mundo pequeño y miserable”; en otra, afirma que el mejor boxeador de la historia le tendría que haber pagado derechos de autor por usar su apellido porque, a fin de cuentas, se hacía llamar “Mohame… Dalí”. Surrealismo, pues.