Una decena de trabajadores de Safari Madrid se quedaron a dormir en las instalaciones la madrugada del domingo 3 de septiembre. En vistas de la previsión de lluvias torrenciales, decidieron pasar la noche cerca de los animales, por si tenían que intervenir en tareas de limpieza o rescate. Acabaron interviniendo durante 17 horas seguidas, dada la cantidad de agua que afectó a este zoo situado a 60 kilómetros de Madrid.

Gracias a esa decisión, no han tenido que lamentar víctimas entre los 2.000 ejemplares que viven en estas instalaciones de Aldea del Fresno, el municipio más afectado por la DANA del pasado fin de semana en Madrid y Toledo. «Ha sido duro y los destrozos de consideración, pero lo importante al final es que no ha muerto ningún animal».

Se lo explica a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, Cristián Cabrera, conservador de Safari Park, residente en las instalaciones y uno de los que participó de forma más activa en las tareas de rescate. «Sabíamos que habría problemas. Detrás de Safari hay tres valles que colectan agua por detrás y arrastran árboles, vallas y todo tipo de materiales. Gracias a los compañeros que decidieron venirse esa noche, cenar un bocadillo y dormir por el suelo, conseguimos rescatar a todos los animales, Si no, hubiera sido imposible», relata.

Trabajadores y voluntarios de Safari Park achicaron agua desde la noche del sábado. Cedida


Entre los 2.000 ejemplares que viven en Safari Madrid, hay «más de 1.000 que son animales grandes. Tenemos 100 babuinos, 14 leones, 30 cebras, 4 panteras, 4 tigres y 5 jirafas, una de ellas recién nacida. Esa era también una de las cosas que más nos preocupaba: cómo poner a salvo a las crías y que las madres nos lo permitiesen», relata el conservador del centro.

El viejo cóndor

Pero sin duda, lo más complicado fue el rescate de las aves rapaces, tal y como reconoce Cristian. «Las instalaciones en las que se encuentran están en la parte de abajo, en la confluencia de dos torrentes. Empezó a bajar agua de una manera bestial y estuvimos aguantando para intervenir hasta que fuese obligado. Porque de las 70 que hay, algunas de estas aves están acostumbradas a que las cojamos los humanos. Pero otras no y se estresan».

El problema radicó en el acceso a dicho espacio. La cantidad de agua que juntaron los dos torrentes hizo que la puerta de acceso quedase bloqueada. «Era imposible abrir la puerta, de la presión tan grande que hacía el agua sobre ella. Dentro estaban algunos de los animales que llevan más tiempo con nosotros. Como Gaucho, un cóndor de Los Andes que llegó a Safari en 1989. O Bola, un águila volatinera que está aquí desde 1986 y es la que lleva más tiempo con nosotros».

Finalmente consiguieron entrar «y había hasta aves rapaces flotando por el agua. Las instalaciones de Safari aguantan grandes trombas, porque ya tuvimos problemas hace cinco años con una gota fría que hizo mucho daño. Entonces nos dimos cuenta de que no estábamos preparados para lluvias torrenciales muy abundantes y elaboramos un plan para el futuro. Es lo que nos ha salvado. Pero eso está preparado para cuando caigan 110 litros de agua por metro cuadrado, no 300 como tuvimos el fin de semana. Ante esos números, no hay plan que valga».

Trabajadores y voluntarios de Safari Park achicaron agua durante todo el fin de semana. Cedida


Una a una fueron retirando las aves: «Cuando nos las llevábamos para ponerlas a salvo, el agua nos llegaba por el pecho». Y no fue sencillo, porque para manipular a esos animales es necesario ser especialista, «pero sólo había dos expertos e íbamos a contrarreloj. Así que algunos de los voluntarios que vinieron a echarnos una mano por si pasaba algo tuvieron que encargarse también de rescatarlas, sin tener ningún tipo de formación».

Ánimales dóciles

El peligro de esa situación es que los animales, que además están sometidos en ese momento a un estrés enorme, pueden asustarse y picar a la persona que intenta cogerlos. Nada de eso sucedió. Incluso se dio algún caso curioso: «Hay una anécdota: tenemos un ejemplar de pigargo europeo, un tipo de águila pescadora que se llama Volga. Y es muy mala. Tiene mucho carácter y a menudo nos ataca. Yo creía que iba a ser imposible sacarla de allí. Pero cuando me vio aparecer, le faltó darme un beso. La cogí sin problema y me la llevé de allí».

No fue el único caso similar. «Las jirafas tienen una extensión de terreno grande para que se puedan desarrollar. Acaba de nacer una cría y la madre no nos deja acercarnos nunca a ella. Siempre que estás cerca, resopla para defenderla. Cuando se inundó ese patio y aparecimos para rescatar a la cría, no se opuso ni hizo nada para impedirlo. Los animales tienen ese sentido que saben que hay una catástrofe», remata Cabrera.

Terrenos anegados en Safari Madrid, con vallas rotas por las lluvias torrenciales. Cedida


La decena de trabajadores que participó en las tareas de rescate del sábado noche se acabó convirtiendo en 35, más algunos amigos que acudieron a echar una mano a Safari, bien para rescatar animales, bien para proceder a las tareas de limpieza. «Ha sido agotador, pero cuando llevábamos 13 horas trabajando sin parar y salvamos al último animal, nos miramos y nos quedamos tranquilo. Lo otro se puede arreglar. Son daños materiales y va a ser difícil, pero lo importante era salvar a todos los animales».

S.O.S

Ahora, ellos siguen limpiando en unas instalaciones cerradas. Es el próximo problema que afronta este zoo: «Se ha derrumbado el puente por el que se accede a Safari Madrid desde Aldea del Fresno. La mayor parte de los trabajadores del centro viven allí. Antes tardábamos cinco minutos en llegar al pueblo y ahora se tarda mucho más. Hay que entrar por Maqueda o por San Martín de Valdeiglesias. Se ha complicado mucho el acceso».

A pesar de ello, ya han anunciado la reapertura: «Vamos a abrir el sábado seguro. Ahora no estará tan bonito como antes, pero le pedimos a la gente que siga viniendo, que es ahora cuando más lo necesitamos. Safari sólo se financia de las entradas de sus visitantes». Tampoco saben cuándo se van a reparar los puentes que lees conectan con Aldea del Fresno ni cuál es el daño económico que les ha provocado esta borrasca.

«No sabemos en cuánto estarán cifradas las pérdidas materiales, porque aún es muy pronto, pero calculamos cientos de miles. Por eso es importante que la gente siga apoyándonos, ahora más que nunca, y sigan viniendo a vernos. Sabemos que ahora el acceso está más difícil y es más complicado, pero si nos quieren hacer ese favor, va a ser la única forma de salir de esta». concluye Cabrera.