La flota pesquera artesanal de Cádiz ha perdido 200 embarcaciones operativas en los últimos 8 años, un proceso que se aceleró en los dos últimos cursos. En ciudades como Conil (23.497 habitantes), la flota se ha reducido a la mitad, si comparamos con las cifras de la anterior crisis económica en 2010.
La pesca artesanal es multiespecie y multiarte. A lo largo del año va alternando distintas modalidades de pesca en función a la especie más apta en cada momento. Pesca tradicional y artesana que genera un mercado de cercanía sostenible y que está protagonizada por embarcaciones familiares de menos de 12 metros, operadas por una media de 4 pescadores. Pero esta descripción ya suena a ‘tiempos pasados’
“Si seguimos así, nuestros barcos solo servirán para adornar las rotondas”, nos dice Alberto Cautillo, conileño de 27 años, uno de los pocos pescadores jóvenes que se ha atrevido a tomar el relevo en una familia que lleva 4 generaciones dedicada a la pesca en estas aguas, a bordo del ‘Nuevo río Salado’. “Mi padre, que tiene 57, dice que le quedan unos años muy duros hasta su jubilación; pero yo le digo que a mí me queda toda la vida”.
Cuestionado por el aspecto personal, por la familia y por sus planes, asume que tendrá que cambiar de vida con toda seguridad y se resigna ante la incertidumbre, “tengo novia, pero ¿hijos?, con el plan como está bastante tengo con pensar en el próximo mes”.
Globalización biológica
Las especies invasoras son culpables de la extinción de 1200 formas de vida, según un nuevo informe sobre biodiversidad de la ONU, que nos emplaza actualmente sexta etapa de gran extinción de especies en la historia. Hasta en un 60% de las extinciones investigadas, las especies invasoras tienen un papel y gran parte de culpa la tiene la acción humana, como sucede en nuestras costas.
La culpa del cisma que vive el litoral andaluz está en el alga originaria de Japón que inunda las aguas atlánticas, pero también mediterráneas. Se desconoce cómo llegó, pero a buen seguro, tiene que ver con el transporte marítimo internacional, con un alga que va en las aguas internas de grandes buques o adherida a su casco.
El alga provoca un doble efecto, por un lado, se acumula en las redes de los pesqueros inutilizándolas e incluso llegando a romperlas. Por otro lado, genera un hábitat con poca luz y oxígeno que actúa como una gran maraña que termina con la vida de especies pequeñas y medianas –erizos, mejillones, estrellas de mar, corales y esponjas– que constituyen el alimento de las principales piezas de pesca artesanal. Resultado: el atún o el pulpo desaparecen de las aguas que han habitado hasta ahora.
Los investigadores llevan años buscando respuestas. El Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla (US) acaba de publicar un estudio que alerta de la expansión mundial «descontrolada y sin precedentes» del alga que se asienta en el fondo marino, alterando el ecosistema rocoso.
En los procesos estudiados de especies invasoras, a la etapa inicial de eclosión desmedida le seguía un segunda de receso que posibilitaba un equilibrio y reorganización del ecosistema. Sin embargo, tras 8 años de pesquisas, ese punto de inflexión no se constata con el alga asiática que no cesa su expansión. Actualmente, los hábitats afectados van desde el litoral atlántico africano, canario, portugués y andaluz hasta la costa mediterránea, “literalmente invadida” hasta Almería.
Los científicos confirman que hemos llegado a un punto de no retorno, “no existe un sistema eficiente de erradicación in situ del alga” dice el informe de la US. La academia recalca la necesidad de operar de forma coordinada para crear “una gran red internacional de estaciones centinela que permitan, entre otros objetivos, la detección temprana de especies exóticas con potencial invasor”.
La Federación Andaluza de Cofradías de Pescadores (FACOPE) y la Universidad de Málaga cuenta con un fondo del MITECO para investigar los aparejos de los pesqueros llenos de alga y tratar de conocer el alcance de esta invasión y sus efectos en otras especies. El CSIC está investigando cómo integrar el alga que llega a las costas en la productividad de economía circular.
Sin soluciones inmediatas
Pero todas las investigaciones y pesquisas llegan tarde. Más aún lo hacen las administraciones, lamentan desde el sector. La Federación de Cofradías de Pescadores de Cádiz confirma que el hasta el 90% del caladero está mermado por la invasión verde.
La pesca artesanal es un sector que tienen su mejor momento del año en verano. Es cuando los precios son más rentables para una actividad que abastece a comercios y hostelería de una comarca turística. Sin embargo, las olas de calor que afectan a la temperatura del agua estos dos últimos veranos han facilitado la expansión sin precedentes del alga. Dos años seguidos sin un buen verano y con inviernos lastrados por los temporales y las cuotas de pesca limitadas suponen la puntilla para cientos de pescadores.
La Junta de Andalucía ha emitido ayudas para paliar esta dinámica, “son unos 4 mil euros por embarcación que agradecemos, pero ni mucho menos es suficiente”, explican desde la Federación. Alberto Cautillo explica que los dos últimos días que faenó trajo sus redes rotas por el peso del alga, “cada aparejo vale al menos mil euros, con lo cual, esa ayuda no da para nada”.
La Federación comparte un dato significativo: hasta un 80% de las embarcaciones se ha acogido a las ayudas que la Junta da para el paro biológico de la pesca del pulpo. Aceptar la compensación de paro biológico en septiembre, uno de los meses que más ganancia debería reportar, da una idea del pesimismo con que los barcos tiran sus redes.
La queja de los pescadores hacia las administraciones es común, “agradecemos las ayudas de la Junta, pero no queremos ayudas, queremos pescar”, dice Cautillo. La única solución viable para la pesca artesanal es aumentar la cuota de pesca de atún. El lamento del sector es a futuro. Padecen el agravio comparativo con otros sectores hegemónicos en la región, “cuando esto afecte al turismo querrán dar soluciones, pero será tarde”, lamenta.
Por lo pronto, este verano, toneladas de algas se han acumulado en la playa de Caños de Meca o en el entorno de Barbate. La descomposición del alga con el oxígeno genera un ambiente pestilente y no es de extrañar que esa putrefacción llegue a puntos neurálgicos del turismo de sol y playa andaluz.