El PSOE ha normalizado la posibilidad de una amnistía de los delitos ligados al ‘procés’, con la misma agilidad que dio por hecho que no habrá repetición electoral y Pedro Sánchez conseguirá los votos de Junts para la investidura. Pero el horizonte de un pacto con Carles Puigdemont, el viaje de Yolanda Díaz a Bruselas para entrevistarse con él, pese a su condición de prófugo de la justicia, la propia lista de reclamaciones que el expresident de la Generalitat exigió este martes desde Bruselas, han destapado en el PSOE los primeros reparos. Ferraz y Moncloa han comenzado a desactivarlos sin mucho esfuerzo, con la única mención al resultado electoral que, entienden, ha avalado su política de pacificación en Cataluña.
La dirección socialista esperaba la censura pública de Felipe González y de Emiliano Garcia-Page– pero se han unido las reservas que muestran dirigentes como el andaluz Juan Espadas o el madrileño Juan Lobato, que ya se ven obligados a especificar que el único marco posible de una negociación es la Constitución -lo dice también el propio Sánchez- ante la previsión de que un acuerdo con Junts se vuelva contra ellos en sus respectivos territorios. O las del exministro, Jordi Sevilla, que tras la comparecencia de Puigdemont pidió «elecciones» a través de las redes sociales.
El debate interno ha permanecido contenido hasta hace muy poco cuando, especialmente el expresidente del Gobierno, ha roto el silencio. La política española atraviesa de nuevo otro momento de alteración que hace que todo se degluta al momento pero González, en una entrevista en Onda Cero, se mostró inmisericorde. Defendió que la amnistía no cabe en la Constitución y pidió a Sánchez que lo asuma, reiteró que no le gusta una mayoría progresista sujetada con el independentismo y reveló que el 23J le ha costado votar al PSOE. Un día antes, entre reproches similares, Page advirtió de que podía quebrarse el principio de igualdad entre españoles al ‘borrar’ los delitos.
Desde que es presidente, Sánchez no se ha sentido muy concernido por las críticas internas. Pero frenó la primigenia fórmula de mesa de diálogo con relator, que le exigía ERC, y modificó la ley del ‘sólo sí es sí’ ante el reproche general de su partido y de la opinión pública. Ahora son muy pocas las voces que tiene en contra, tras mejorar sustancialmente los resultados electorales y estar en disposición de formar de nuevo Gobierno. Y A esto se agarran en Ferraz y en Moncloa para minimizar a los críticos, sean quien sean.
«Un millón de votos más»
Fuentes socialistas rechazan que haya un debate en el PSOE sobre la amnistía y subrayan que «el mandato de las urnas es claro», después de conseguir el 23J «un millón de votos más que en 2019». «Nuestro votante entiende perfectamente que España es plural y no uniforme y que nuestro marco es la Constitución». El resto, añaden, es «literatura».
En este sentido creen que declaraciones como las de Page o González son «reflexiones en voz alta» de «los de siempre». «Están en su derecho» pero, apuntan, lo empírico es que «los dos grandes desafíos a la unidad de España en el último cuarto de siglo, el Plan Ibarretxe y la DUI catalana, se han hecho con gobiernos del PP y se solventaron con gobiernos del PSOE».
Esta es la postura en la que la dirección socialista pretende echar raíces y a la que se aferró la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, cuando se le preguntó por González. El presidente en funciones, recordó, convocó nuevas elecciones tras el 28M para «clarificar» el «rumbo» del país·. Y lo que han elegido es una España «abierta», «plural», «diversa». Y «sobre eso trabajaremos, cuando llegue el momento, en una futura investidura».
Moncloa elude confrontar
Porque, por mucho revuelo que ya exista en torno a una amnistia, a «medidas dentro del ordenamiento jurídico para mejorar la convivencia», según la traducción de un miembro del Ejecutivo, y el presidente haya dicho públicamente que el acuerdo para la investidura -que depende del apoyo de Junts- «se puede, se debe y se va a hacer», Moncloa está decidida a no abonar el debate.
Han sido tantas las dificultades de la pasada legislatura que los socialistas se han hecho expertos en crisis. Y, aunque ya hay un canal de comunicación abierto entre el PSOE y Junts, el equipo de Sánchez dejó pasar la bola rápida que el expresident lanzó desde Bruselas con el argumento de que el partido aún no ha comenzado. No se dan por aludidos ante las peticiones de Puigdemont.
“Nos separa un mundo de esas posiciones. Estamos en las antípodas«, destacó la portavoz del Gobierno, que, en varios momentos recordó que el presidente del Gobierno durante estos cinco años «siempre ha actuado conforme a la Constitución». Moncloa entiende que aún no toca hablar de ello. Por la «discreción» con las que afrontan las negociaciones y también porque les interesa que el foco siga estando sobre Alberto Núñez Feijóo y la votación de su investidura a finales de septiembre.
En ese sentido han decidido parar el reloj, que sea el candidato popular quien dé explicaciones sobre con qué apoyos cuenta al margen de Vox. El turno de Sánchez y los contactos formales con los grupos llegará después. Cuando Feijóo fracase y reciba el encargo del Rey. Y ahí el PSOE ya no podrá escapar del debate de la amnistía o de si está dispuesto a aceptar la petición de avances en el modelo territorial que le reclama el PNV. Tampoco de la pregunta de si habrá foto con Puigdemont, después de decir que Yolanda Díaz no les representa. Por ahora no son muy claros pero no dicen que no a nada.