El aceite de oliva virgen extra es el máximo exponente de la dieta mediterránea. Pero, se ha encarecido un 10% este último mes y acumula una subida del 75% desde marzo, por lo que se ha convertido prácticamente en un artículo de lujo.
No obstante, es una fuente inagotable de beneficios para nuestra salud: disminuye el colesterol, controla la hipertensión arterial y previene la diabetes.
De hecho, un estudio de la Universidad de Córdoba (UCO), destaca que el aceite de oliva proporciona protección contra varias enfermedades. «Reduce sensiblemente los niveles de fibrinógeno, uno de los principales marcadores asociados al riesgo cardiovascular”.
También disminuye «los niveles de β2-glicoproteína I, una proteína relacionada con las complicaciones trombóticas en pacientes autoinmunes, y de la Clusterina, una proteína cuyos niveles se encuentran incrementados en diversos estados patológicos como la aterosclerosis y constituyen un marcador en el desarrollo de la enfermedad de alzhéimer en humanos».
El doctor Pablo Suárez, endocrinólogo y miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), explica que se trata del alimento “más saludable, rico en antioxidantes, omega-9, ácidos grasos monoinsaturados, con un perfil de grasa perfecto”. De ahí que, preguntado por alternativas saludables al aceite de oliva virgen extra, sea tan tajante:
- “Como el aceite de oliva virgen extra no hay nada. Ninguno va a tener su rango de calidad, de estabilidad a altas temperaturas y los mismos niveles de antioxidantes”.
También coincide la dietista-nutricionista Desy Montero (@desymontero_nutricionista):
- “Por sus cualidades nutricionales, por la temperatura a la que se puede usar y por su versatilidad, es el mejor producto y el más recomendado”.
La Fundación Española de Nutrición insiste a este portal que «últimamente, está de moda buscar nuevas fuentes de grasas para cocinar y aderezar nuestros platos, pero no cabe ninguna duda que en España no hay un posible sustituto del aceite de oliva virgen que sea capaz de mejorarlo desde un punto de vista nutricional, económico, sostenible y palatable».
Hay que tener en cuenta que el aceite de oliva es muy calórico (una sola cucharada contiene 135 calorías).
Por ello, la cantidad recomendada diaria “dependerá de la persona” y de su estado físico y la actividad que realice cada día. No será la misma recomendación para alguien que tiene como objetivo perder grasa, que para una persona que se encuentra en un peso óptimo y con unos niveles de grasa aceptables.
Un estudio publicado en el Journal of The American College of Cardiology, elaborado por los investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, señala que un mayor consumo de aceite de oliva está asociado a una menor mortalidad por enfermedades cardiovasculares. Pero, ¿qué cantidad es la recomendable?
Los investigadores explican que la cantidad ideal es unos 7 gramos de aceite de oliva virgen extra, lo que viene a ser una media cucharada sopera.
Nos encontramos ante un producto delicatessen y que está a punto de superar el récord de precio registrado en 2015. La guerra de Ucrania y la sequía han provocado que el coste del aceite de oliva no pare de aumentar. Los expertos calculan que cuesta un 56% más que hace un año.
Afortunadamente, como remarcan los especialistas, hay opciones, que no están no al mismo nivel, al aceite de oliva. No tienen las mismas propiedades nutritivas que han llevado a denominarlo “oro líquido”, pero pueden ayudarnos a dar un respiro a nuestros bolsillos y ahorrar en la cesta de la compra.
Aceite de girasol: el otro ‘rey’ de la cocina española
Aunque existe la creencia popular que este aceite es el más aconsejado para freír, no es cierto. De hecho, lo más recomendable (y teniendo en cuenta que hay que evitar el consumo de alimentos fritos) es freír con aceite de oliva virgen extra. Y esto se debe, resalta Montero, “a la altas temperaturas que puede soportar”.
Por cada 100 gramos de aceite de girasol, aporta 899 kcal, 99,90 gramos de grasa, 0 mg de sodio, 0 gramos de carbohidratos, 0 gramos de fibra, sin azúcares ni proteínas.
Destaca por su contenido en vitamina A y vitamina E. Aunque sus propiedades nutricionales no alcanzan los beneficios del aceite de oliva virgen extra, si es cierto que el aceite de girasol contiene uno de los dos ácidos grasos que el cuerpo humano no puede sintetizar. Hablamos del omega-6.
Aceite de colza: manchado por una intoxicación masiva en 1981
El aceite de colza, que también se ‘camufla’ en el etiquetado como de nabina o de canola, se extrae de la semilla de colza, una planta de la familia de las brasicáceas, distribuidas por casi todo el mundo, a excepción de la Antártida y zonas tropicales.
La causa de esta intoxicación no fue ninguno de los componentes del aceite de colza como tal, sino una serie de contaminantes que aparecieron en él como consecuencia de su tratamiento y manipulación
Actualmente, es el principal aceite que se utiliza en las cocinas alemanas. En España, el aceite de colza arrastra, desde hace más de 40 años, una mala fama provocada por una intoxicación alimentaria por el consumo adulterado de este producto. El origen de la intoxicación es que el aceite estaba desnaturalizado con 2% de anilina mezclado con otros aceites que se vendía como aceite de oliva en mercadillos más bajos.
El primer caso fue detectado en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz en 1981. Este aceite, que estaba destinado a uso industrial, pero fue desviado para consumo humano, intoxicó a unas 20.000 personas.
Pero, como recuerda la Fundación Española de Nutrición (FEN), «la causa de esta intoxicación no fue ninguno de los componentes del aceite de colza como tal, sino una serie de contaminantes que aparecieron en él como consecuencia de su tratamiento y manipulación».
Respecto a sus beneficios, «el aceite de colza bajo en erúcico (grasa monoinsaturada presente, entre otras, en semillas de mostaza) es una de las grasas vegetales con menor contenido en ácidos grasos saturados. En el contenido vitamínico, cabe destacar la presencia de vitamina E y como en el resto de aceites vegetales, el aceite de colza no contiene minerales».
Según explican, es desaconsejable su uso para freír alimentos, ya que desarrolla rápidamente un olor desagradable.
No obstante, Montero, aclara que se trata “de un producto factible”. “Tiene unas características en cuanto ácidos grasos muy parecidos al aceite de oliva virgen extra, lo que lo convierte en un aceite saludable”.
Aceite de coco: ¿un buen ingrediente culinario?
El aceite de coco es un aceite vegetal que se ha convertido en el ingrediente de moda (y que también se puede utilizar como parte de la rutina de belleza). Se extrae mediante el prensado de la pulpa o la carne de la fruta.
El aceite de coco aporta, por cada 100 gramos, 899 calorías. En su mayor parte ácidos grasos saturados (85,2%): láurico, mirístico y palmítico.
Sin embargo, como explica el doctor Suárez, sus beneficios «están en solfa porque siempre se ha considerado una mala grasa (por su alto contenido en grasas saturadas), pero el aceite de coco destaca por los triglicéridos de cadena media».
Un estudio liderado por el doctor Nithya Neelakantan, y publicado en Journal of the American Heart Association: Cardiovascular and Cerebrovascular Disease, concluye que el aceite coco aumenta significativamente el colesterol LDL, que todos conocemos como «malo», en un 8,6%, en comparación con otros aceites como el de colza.
- «No había evidencia convincente para respaldar el consumo de aceite de coco en lugar de aceites vegetales no tropicales para la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares».
No obstante, Montero indica que “el aceite de coco tiene un perfil muy bueno”, pero su precio lo convierte en casi un producto de lujo (en torno a 4,5 euros 450 mililitros). “Un último estudio subraya sus buenas propiedades al estar más cerca de los beneficios del aceite de oliva virgen extra”.