Los asesinos a sueldo no existen en el mundo real; son solo una invención del cine. Eso, al menos, es lo que opina Richard Linklater. “No me creo que sea posible contactar con un desconocido y pagarle para que mate a otra persona como si estuviéramos pagando a alguien por cortarnos el césped, para la policía sería demasiado fácil detener a esos tipos”, opina el director de títulos como ‘Antes del amanecer’ (1996) y ‘Boyhood’ (2014). “La pregunta que resulta interesante hacerse es: ¿por qué nos atraen tanto las películas de asesinos a sueldo?”. Para buscar una respuesta basta con fijarse en ‘Hit Man’, que el director tejano ha presentado hoy en la Mostra, y que no ha necesitado estar entre las ficciones que compiten por el León de Oro -es un misterio por qué el festival de Venecia no la incluyó en el concurso- para convertirse, con todo motivo, en una de las que están dando de qué hablar más y mejor.
Basada en hechos reales, o casi, toma como punto de partida un artículo publicado en 2001 por el periodista Skip Hollandsworth acerca de Gary Johnson, profesor universitario de filosofía que, en sus ratos libres, colaboraba con la policía de Houston (Texas) haciéndose pasar por matón.
El método era sencillo: Johnson se reunía con un cliente potencial y lo incitaba a que confirmara verbalmente que quería matar a alguien, y en cuanto terminaba el encuentro el cliente era detenido por los agentes que acababn de escuchar y grabar la conversación. A partir de esa premisa, ‘Hit Man’ se erige en una combinación perfectamente equilibrada de ‘noir’, comedia de enredo, romance, intriga policial y reflexión lúdica pero profunda sobre si el ser humano adulto es capaz de modificar su psicología -y por tanto su identidad- y sobre nuestra capacidad de autorrealización a través de la transgresión, asunto que Linklater ya tocó previamente en títulos como ‘Los Newton Boys’ (1998) y ‘Bernie’ (2011); en una obra desenfadada pero sofisticadísima, deliciosamente amoral y rotundamente divertida.
Maniqueísmo sobre los refugiados
‘Hit Man’ es una película magnífica capaz de alegrarle a uno el día, y eso la sitúa en las antípodas de la nueva de la veterana directora polaca Agnieszka Holland. Presentada hoy a concurso en el certamen, ‘Green Border’ viaja a la forntera entre Polonia y Bielorrusia para explicar con pelos y señales la tragedia que sufren quienes tratan de entrar en la Unión Europea procedentes de Oriente Próximo y Oriente Medio. Aparentemente, Holland pretende ofrecer una mirada poliédrica a ese drama, y lo demuestra adoptanto sucesivamente las perspectivas de los refugiados, las fuerzas del orden, los activistas y la población civil.
En la práctica, sin embargo, ‘Green Border’ hace poco más que explicarnos una y otra vez y de la forma menos sutil posible el racismo y el sadismo tanto de los gobiernos europeos como de los agentes de la ley a su servicio, y lo valiosa que es la ayuda de la gente de bien. Y el nutrido catálogo de atrocidades que nos muestra entretanto sugiere que su prioridad no es arrojar luz sobre el asunto sino más bien dejar al espectador hecho polvo. De ser ese el caso, misión cumplida.
La otra de las ficciones aspirantes al León de Oro presentadas hoy, ‘Enea’, ha sido dirigida por Pietro Castellitto, y casi seguro que ese apellido y la presencia en el reparto del actor y director que lo ha hecho famoso en el mundo, Sergio Castellitto -su padre-, ayudan a explicar cómo ha logrado financiar semejante capricho. Crónica del ascenso y caída de un niño de papá que trafica con drogas, es un flagrante desperdicio del dinero de quienes la han pagado como, el esfuerzo de quienes trabajaron en ella y el tiempo de quienes se tomen la molestia de verla; una cansina sucesión de escenas llenas de palabrería petulante e intentos horteras de hacer poesía visual que no dejan claro nada más que la desesperación del director por epatar. Todavía es pronto para aventurarse a adivinar cuál será la mejor película a concurso en este festival pero, pase lo que pase hasta su clausura, es francamente improbable que ‘Enea’ no acabe erigida en la peor.