«Creo que ya nadie puede negar el impacto de la crisis climática«, dijo Joe Biden en Live Oak, Florida. «Al menos nadie inteligente», añadió. Con estas palabras, un eco del alegato que realizó el pasado miércoles durante una rueda de prensa, el mandatario de los Estados Unidos ha alertado de los riesgos, exacerbados por el cambio climático, que enfrenta su país y el mundo. El país norteamericano —y especialmente la región de Florida— ha experimentado esta semana los estragos de Idalia, un huracán que ha obligado a millones de residentes a evacuar. 

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Este fenómeno meteorológico Idalia barrió el sur de Estados Unidos en la madrugada del miércoles, desatando vientos feroces, lluvias torrenciales e inundaciones generalizadas en los estados de Florida y Georgia. En cuestión de horas, pasó de categoría 1 a categoría 4 —el segundo nivel más alto de los ciclones—. Y después, fue degradado a tormenta tropical. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) calcula que el huracán causó más de 115.000 millones de dólares en daños en el país, lo que lo convierte en la tormenta más costosa de la historia de Florida

El presidente y la primera dama Jill Biden viajaron al Sunshine State para evaluar los daños, reunirse con los supervivientes y dar las gracias al personal que dirige los esfuerzos de respuesta y recuperación. «Basta con mirar a nuestro alrededor, a la nación y al mundo«, continuó Biden. «Inundaciones históricas, sequías intensas, calor extremo, incendios forestales mortales que han causado graves daños que nunca antes habíamos visto». 

A diferencia de su predecesor, desde que comenzara su mandato, Biden ha hecho de la lucha contra el cambio climático un objetivo clave. Fijó la meta de reducir a la mitad las emisiones estadounidenses para 2030 con respecto a los niveles de 2005, y promulgando cientos de miles de millones de dólares en créditos fiscales para promover los vehículos eléctricos.

Fenómenos meteorológicos intensos

Los huracanes, así como la DANA o los monzones, son episodios meteorológicos cíclicos, y a priori, no se podría relacionar su existencia con el cambio climático. Muchos científicos y políticos han declinado reconocer esta correlación. El pasado miércoles 30 de agosto, la administradora de la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias, Deanne Criswell, evitó culpar al cambio climático de la tormenta, pero afirmó que su agencia estaba observando un fuerte aumento del número de fenómenos meteorológicos graves.

No obstante, algunos científicos han apuntado que, si bien todavía no se ha demostrado que el cambio climático aumenta la frecuencia de estos fenómenos, sí que influyen en su intensidad. Se ha afirmado que el cambio climático está haciendo que los huracanes sean más húmedos, más ventosos y más intensos.

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Un estudio publicado en 2022 en la revista científica Nature Communications reveló que, durante la temporada de huracanes de 2020 en el Atlántico, el cambio climáticos aumento los índices de precipitaciones por hora entre un 8 y un 11%. Una evaluación de riesgos, realizada por CoreLogic, una compañía de soluciones de seguros, reafirmó estos resultados.

En el informe sobre riesgo de huracanes que publica anualmente, esta empresa subrayó que «hay pruebas demuestran que el cambio climático está afectando a la actividad ciclónica en el Atlántico norte, con una mayor proporción de huracanes más fuertes y húmedos que tienen el potencial de viajar más tierra adentro antes de disiparse». 

Los efectos de la «ebullición mundial»

Las palabras más sonadas del verano en relación con el cambio climático fueron las que dijo António Guterres, secretario general de la ONU: «Ha llegado la era de la ebullición global«. Con este juego de palabras, el alto funcionario manifestó su preocupación después de que los científicos confirmaran que julio iba camino de ser el mes más caluroso del mundo jamás registrado.

En los últimos años, los científicos han advertido de la preocupante escalada de las temperaturas de los océanos. El programa de Vigilancia Mundial del Medio Ambiente y la Seguridad (GMES), comúnmente conocido como Copernicus, alertó el pasado 31 de julio de que la temperatura media mundial de la superficie del mar alcanzó un récord histórico de 20.96 ºC, sobrepasando los 20.95 ºC alcanzados en 2016. 

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El océano Atlántico, y las aguas próximas a la costa de Florida, también alcanzaron temperaturas de récord. A finales de julio, una boya registró una lectura de más de 28 ºC —101,1 ºF—, lo que arrojó una idea de la ola de calor marino que estaba asolando la superficie marina de la zona. Las olas de calor marinas afectan a los ecosistemas marinos y, sobre todo, a los arrecifes de coral. 

Numerosos científicos han apuntado que el aumento de la temperatura de la superficie de los océanos puede aumentar la intensidad de un huracán e impulsar vientos más fuertes. La NOAA advirtió a principios de julio que el aumento de la temperatura del agua en torno a Florida podría potenciar las tormentas tropicales y los huracanes. Tal como explica esta agencia en una nota informativa, «los huracanes son fenómenos meteorológicos poderosos que absorben el calor de las aguas tropicales para alimentar su furia».