Xosé Lluis García Arias (Teverga, 1945) es, además de uno de los fundadores de Conceyu Bable, el primer director de la Academia de la Llingua Asturiana. De asturianía y del asturiano sabe de largo. Catedrático jubilado de Lengua Española de la Universidad de Oviedo, especialista en Dialectología Hispánica, cree en la buena convivencia entre lenguas. No tiene problema en responder a esta entrevista en castellano, para que la lean cómodamente más lectores, pero su discurso en el acto de recogida de la Medalla de Asturias será integramente en asturiano.
–Recibe la Medalla de Asturias como un premio no solo para usted sino para todos los que han trabajado por el asturiano.
–Creo que la Medalla es un reconocimiento personal pero, evidentemente, se extiende a la Academia y a todos aquellos que desde hace muchos años vienen dedicando sus esfuerzos a la recuperación de la lengua asturiana.
–Crece el apoyo al asturiano de la calle, pero falla el institucional y el político.
–El apoyo al asturiano es manifiesto y aumenta, como vienen manifestando las encuestas. Otra cosa es que la vindicación y el uso activo avance adecuadamente en todos los sectores punteros de nuestra sociedad. En este contexto es lamentable lo que hicieron algunos responsables públicos, al actuar en contra del mismo Estatuto aprobado por su partido.
–¿Qué piensa cuando en el Campoamor se patean los mensajes por megafonía en asturiano?
–El día que nuestra sociedad se sobreponga a sus complejos de clase eso no sucederá, estoy seguro.
–¿El lingüístico también es un problema de clase?
–Empieza por ahí porque rechazar la lengua histórica de nuestro pueblo encierra un posicionamiento claro en ese sentido. La clase alta fue la primera en abandonar el idioma.
–Hay sociedades conservadoras –las nacionalidades denominadas históricas– que no discuten la legitimidad de su lengua.
–En el caso de asturiano se dio un proceso llamativo porque rompió con su trayectoria. Fueron gentes conservadoras, y en muchos casos eclesiásticos, los que escribieron en asturiano y dieron nacimiento a una literatura estimable. ¿Por qué después abandonan esa vía? Que reflexionen ellos y nos hagan saber sus conclusiones.
–Se produjo una ruptura.
–Una ruptura en la misma derecha, y si se produjo o fue camino de producirse en otros lugares hubo sectores del clero que se opusieron claramente y triunfaron. Hay que ver quien detento el poder, quienes eran los clérigos, quienes los obispos, los canónigos, los que más peso tenían en la Iglesia.
–Hace veinte años andaban reñidos con el Arzobispo por no utilizar el asturiano en el funeral de Federico González-Fierro Botas. ¿En materia lingüística, la Iglesia tiene que hacer examen de conciencia?
–Sí, y la prensa también. Todos debemos reflexionar sobre nuestra actuación con relación a la lengua
–Vox, en Gijón, anuncia que no permitirá manifestaciones culturales en asturiano, ¿cómo se le queda el cuerpo?
–Debió ser un sentimiento primario, pero después acabó imponiéndose un mínimo de racionalidad. Si Vox hubiese profundizado mínimamente en el tema con unas pocas lecturas vería las cosas de otra manera. Incluso algunos de ellos estarían a favor del asturiano. ¿No saben que hubo derechistas-derechistas que también escribieron en asturiano?
–¿Las lenguas tienen carné político?
–No. Las lenguas no son de derechas ni de izquierdas. Sus hablantes sí tienen ideas o actitudes políticas.
–¿La identidad de Asturias se puede definir sin apelar a la llingua?
–Si queremos hacerlo con perspectiva histórica no es posible. Renunciar al asturiano es renunciar a un elemento constitutivo de asturianidad.
–David Guardado reflexiona sobre la identidad y los mitos sobre la asturianía en su ensayo «Nunca vencida».
–Gran libro. Es un libro de discusión y reflexión. Es excelente. Yo no estoy de acuerdo con todo, pero es de suma utilidad.
–¿Esa imagen de Asturias como cuna de España puede haberle hecho más daño que beneficio?
–Ante un hecho histórico cada uno intenta arrimar el ascua a su sardina. No es de extrañar que haya habido una lectura conservadora y españolista en el sentido más peyorativo del término. Los datos históricos están ahí: Asturias crea el primer reino peninsular, el «Asturorum regnum» de las Crónicas, esto es el reino de los astures. Asturias tiene relaciones diplomáticas con Carlomagno. A partir de ahí podemos hablar todo lo que queramos. Las crónicas están sometidas a los intereses de quien las promueve pero una cosa es eso y otra que sea todo mentira. El Reino de Asturias y el Arte Asturiano son el testimonio más contundente de que aquí hubo un poder político propio.
–De la historia asturiana ha sacado más partido ese españolismo mal entendido que Asturias.
–Pues sí. En Asturias hemos asistido a una «desasturianización» de la historia y de la cultura. Al arte asturiano, por ejemplo, quieren llamarlo arte prerrománico, a los reyes de Asturias quieren llamarlos reyes caudillos. Con el olvido de la palabra se quiere destruir la realidad. Sobre esto los asturianos deberíamos tomar buena nota y ser muy exigentes.
–¿De cuál de sus obras está más orgulloso?
–Yo escribí un libro, «Llingua y sociedad asturiana», en el año 76 para saber en qué nivel estaba la llingua respecto a la sociedad, qué había y que se podía hacer. Es el primer punto de referencia. Después hice la Gramática histórica de la lengua asturiana, del año 2003, que es la historia de la lengua, y después el Diccionario etimológico, del año 2017. Estas tres son las obras fundamentales para entender el proceso en el que yo me encontré y como fui aportando y profundizando. Teniendo un diccionario etimológico, que se puede mejorar evidentemente, se tiene ya una carta de presentación del asturiano. Este diccionario está poniendo el asturiano en su sitio entre las lenguas románicas. Es más, a quien tenga interés en el castellano no le vendría mal leer muchas cosas que vienen en él. Ambas son lenguas hermanas y cosas que en una lengua no tienes datos para interpretar a lo mejor te lo interpreta otra vecina.
–¿Qué responde a quien dice que el asturiano es una lengua medio inventada?
–Que lean el Diccionariu Etimolóxicu y, después, hablamos. Algunos cuando ven una palabra escrita que desconocen son tan simples que piensan que es un invento… Por esa regla de tres coja usted el Diccionario de la Real Academia Española y verá cuánto inventaron según su razonamiento.
–La presidenta del Congreso va a permitir que se hablen en él las lenguas oficiales del Estado, el asturiano se queda fuera.
–¿El problema es que se nos reconozca el idioma o se trata de complicar la función administrativa? Entiendo que lo primero, y yo estoy de acuerdo con ello, pero luego ha de venir la racionalidad, para no crear un batiburrillo y una sociedad difícilmente manejable en sentido administrativo. Pero dicho eso me parece bien que se reconozca al asturiano en el mismo nivel que el catalán, gallego o vasco.
–¿La pasada legislatura se perdió una oportunidad única?
–Asturias lleva perdiendo muchas oportunidades. Y sigue perdiendo oportunidades por una política hecha al margen de sus intereses.
–No será esta Medalla una compensación…
–Yo no lo interpreto así, ni lo acepto. Lo que no se hizo, lo que se toleró que se hiciera, o las humillaciones que tuve que padecer, yo y otros miembros de la Academia, eso está ahí y no se soluciona con la buena voluntad que vemos en el Presidente. Son cosas distintas. Este reconocimiento no oculta otras cosas que se produjeron esos años, algunas muy graves, de juzgado de guardia.
–¿Qué espera para el asturiano? ¿En 10 años estará resuelta la cooficialidad?
–La cooficialidad puede ser ya, lo que no significa que vaya a ser cooficial en todos los niveles y en todos los ámbitos, pero eso no puede ser una estrategia para ir demorándolo.
–¿Imagina a todos los partidos apoyando el asturiano?
–Si no todos, sí la gran mayoría, lo que pasa es que eso exige un trabajo previo de conversaciones amplias y que se quiten algunos miedos.