Ambiente de calma tensa en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas durante la rueda de prensa de Luis de la Fuente. El seleccionador llegó incómodo al toparse con la sala repleta de cámaras y periodistas, la mayoría de ellos desconocidos para el de Haro. Apareció De la Fuente rodeado de su guardia pretoriana, su staff y algún miembro de la cúpula de la Federación más cercana a Luis Rubiales como el asesor del presidente Javier Matallanas, situado en un lugar discreto, o el director de fútbol, Albert Luque, sentado en primera fila.
De la Fuente como Rubiales: «¿Dimitir? No
Desencajado ante la atención de una treintena de ‘foteros’ que le frieron según se sentó y en un entorno en el que no estaba cómodo, como confirmó él mismo, De la Fuente comenzó leyendo un discurso en el que presentó disculpas con cierto halo de suspense manejando los silencios valorativos: “Ante la repercusión de mis aplausos en la asamblea quiero explicar la situación allí vivida. He recibido duras críticas… Que son totalmente merecidas”. El seleccionador pedía perdón, “sinceras” disculpas “sentidas”, pero nada más allá. Preguntado por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, si se había planteado la dimisión, el de Haro emulaba al mismo Rubiales que le “dejó en shock, en blanco”: “¿Dimitir? No”.
Nadie dimite en esta Federación. Durante media hora De la Fuente se escudó en que no es escritor para justificar las 24 horas que tardó en justificarse con el comunicado sobre por qué se levantó cuando Luis Rubiales, encendido y empoderado, advirtió desde el atril que “el feminismo falso es una lacra”. En realidad no tardó 24 horas, se tomó una semana en dar la cara para justificar esa conducta “impropia”, utilizando el tibio adjetivo que dedicó en su comunicado de repulsa a Rubiales.
El seleccionador se mostró corporativo en la defensa de la lucha de la Federación por la igualdad y a la hora de pronunciarse sobre el calificativo de la gravedad de la acción de Rubiales para el TAD, “grave o muy grave”, volvió al discurso neutro: “No soy juez, dejemos a los organismos pertinentes que resuelvan los casos y cuando ellos valoren lo veremos”. Afirmó “no sentirme traicionado por Rubiales al no dimitir” cuando les iejo lo contrario, y en cada pregunta menoscababa más la credibilidad de un discurso pobre y hasta victimista que completaba el ambiente que se respiraba entre los empleados federativos.
Difícil era explicar por qué se eligió la sala más pequeña de la Ciudad del Fútbol para la comparecencia, “para darle normalidad”, adujeron, limitando el número de medios que asistían a ello. De la Fuente ni siquiera fue capaz de confirmar un primer entrenamiento a puerta abierta, como en las anteriores concentraciones balbuceando a la hora de justificar por qué no abría las puertas al público. Cosa que al final hizo de forma más propagandística que convencida.
Son de agradecer las disculpas de De la Fuente, tan sinceras como estéticas, pero es difícil darle cierta credibilidad cuando no se acompaña de una dimisión o de una sola declaración comprometida en toda la rueda de prensa. Nadie duda que De la Fuente se vio superado por la situación, pero levantarse a aplaudir de forma entusiasta a Rubiales mientras denunciaba “el feminismo falso” como “lacra” acarrea una responsabilidad que un cargo institucional como el de seleccionador no puede sostener. Y es la de dimitir.
Todo sigue igual en la Federación
Después de ser testigo de directo del día después en la Federación uno está en condiciones de afirmar que nada ha cambiado en la RFEF donde todos se ponen de perfil esperando el signo de la sentencia de Rubiales mientras suena la campana que acompaña al de Motril al cadalso. Fernando Rocha es un muñeco de paja que despedirá a Jorge Vilda obligado porque si no acuden las campeonas del mundo a la concentración, eso será como admitir el triunfo de Rubiales en su pulso con la selección femenina.
Pero más allá de Vilda no hay más cambios, porque nadie es capaz de “meterle mano” a Camps. El gesto de la enviada especial de la CNN, negando con la cabeza tras escuchar de De la Fuente que “las decisiones dependen de las territoriales y del presidente interino”, confirmaban lo que sospechábamos. Todo sigue igual a la espera de que el TAD se pronuncie y nadie se mueve hasta que Rubiales no sea sentenciado y enterrado. Y mientras eso ocurre vimos a De la Fuente hacer un Rubiales: “¡No dimito!”.