«A falta de la confirmación de ADN, todo apunta a que es él», afirma, roto, Jorge Sabugal. «Es casi seguro que se trate de mi primo Víctor. La ropa y los tatuajes apuntan a que es él», cuenta a CASO ABIERTO, portal de sucesos e investigación de Prensa Ibérica. “El lunes lo encontraron, ayer a mediodía llamaron y hoy ya nos han podido confirmar un poco más».
Victor, joven que este mismo martes cumplía 26 años, desapareció el pasado 8 de marzo, en Aranjuez. Ultimaba los detalles de un torneo de pádel benéfico, que había estado organizando él. Una cámara le registra a las 23:45 horas del citado día, cerca de las pistas. Después de esa imagen, no hubo más.
Apareció su coche. En el interior del automóvil, la chaqueta, las llaves de casa, pero no su móvil ni su documentación. No había respuestas, ni llamadas. No había rastro. Arrancó la búsqueda. Helicópteros, drones e incluso una zodiac de los bomberos en una laguna cercana, batieron los días siguientes. «La policía actuó de inmediato», agradecía ante este medio el pasado mes de marzo, su madre, Belén, «pero no se ha encontrado nada». Su foto, se difundió por las redes sociales. «Nadie sabe nada de él».
Unos operarios
Tras seis meses buscando respuestas, su cuerpo -a falta de confirmación- habría sido hallado por unos obreros «detrás del Mar de Ontígola. Hacia el sur, entre la N400 y A4. Creo que la llaman El Montecillo…», geolocalizan. La zona, confirma su entorno cercano, no se batió.
Víctor, siempre sonriente, solidario, divertido. Empezó a trabajar en el hospital con 17 años como Auxiliar de Enfermería; quería más y, mientras trabajaba, se sacó el título de integrador. Sus planes perfectos: pádel, running, rutas por la montaña, paseos por la sierra de Madrid y, sobre todo, salir con sus amigos, los de siempre, un grupo formado por casi una veintena de jóvenes de Aranjuez. Tras seis meses sin rastro, su familia parece haber encontrado respuestas. «Todos los indicios apuntan a que se trata de él y, a la espera del resultado de la autopsia, se trata de
un suicidio», lamenta su círculo familiar. “No hay palabras”. Demasiado dolor.