La desaparición de Víctor Tapiador, el joven de 25 años que desapareció hace casi seis meses en Aranjuez, siempre ha estado rodeado de mucho misterio, aunque ahora el hallazgo, este pasado lunes, de un cadáver en una zona de fincas próxima puede dar algunas respuestas.
[El misterio que rodea la desaparición de Víctor en Aranjuez: aparcó su coche y se marchó sin dejar rastro]
«Nos han dicho que por la ropa que llevaba el cuerpo y por los tatuajes es muy probable que sea él, aunque estamos esperando la confirmación de la autopsia», asegura un portavoz de la familia Tapiador.
El cadáver fue encontrado por dos operarios en una zona conocida como El Montecillo, más cerca de Ontígola y un poco alejada del área que fue rastreada por la Policía y por los amigos de Víctor. «Es una zona más apartada pero no sabemos cómo estaba el cuerpo», confirman a Madrid Total.
La llamada de los agentes este martes comunicándoles el hallazgo ha sido un jarro de agua fría para una familia que lleva seis meses preguntándose dónde está Víctor, pero también, si se confirma, el fin a un sufrimiento por un montón de preguntas sin respuestas.
Una de las hipótesis que baraja actualmente la investigación policial para explicar la muerte de Víctor es que se hubiera suicidado por electrocutación, puesto que en la zona donde se ha hallado el cuerpo hay una torre de electricidad. Pero estos datos tienen que ser confirmados en la autopsia.
«A la familia, en principio, no nos cuadra. Siempre hemos descartado el suicidio porque Víctor tenía una vida muy ordenada y tenía planes a corto y medio plazo. Una persona que piensa en el suicidio no hace planes para el día siguiente», insisten.
El caso de Víctor es muy extraño por cómo sucedió todo. El pasado 8 de marzo, este joven de 25 años quedó a tomar un café con un amigo en Aranjuez y después escribió a su madre para decirle que iba hacia su casa. Nunca llegó.
Seis horas más tarde de ese mensaje, una cámara de un supermercado de la zona lo grabó aparcando su coche en el polígono Gonzalo Chacón, en el sur de Aranjuez. Y ya después no se sabe nada, se pierde todo rastro.
La investigación consiguió el rastreo de su teléfono móvil y descubrió que recibió un mensaje hacia las ocho de la tarde pero no lo leyó y que la última vez que el teléfono emitió señal fue, precisamente, a las 2.45 horas de la madrugada de ese día y entre un área entre dos antenas próximas a donde se le ha estado buscando.
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