Hasta hace año y medio Iván era alcalde de una localidad del centro de Ucrania. No dudó en dejar el bastón de mando para luchar desde el minuto uno en defender a su país de la agresión rusa. Perdió una mano y ahora espera en Zaragoza una prótesis para volver cuanto antes al frente de batalla.

Él es uno de los 17 militares ucranianos que en estos momentos todavía permanecen en el Hospital Militar de Zaragoza, en el que ya han sido atendidos 64, de los que 47 han regresado a su país, la gran mayoría de vuelta al campo de batalla.

Es lo que quiere hacer este alcalde de 48 años en cuanto le coloquen la prótesis, aprenda a manejarla y «la haga suya», en palabras del director del hospital, general Juan Antonio Lara. Aun tendrá que esperar un mes o mes y medio.

Seguir luchando hasta el final

En principio, su idea es reincorporarse a su unidad, de la que era comandante, para seguir luchando «hasta el final», comenta a los medios en Madrid, a donde se trasladó junto a otros dos heridos para asistir al acto en el que la ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, fue condecorada por el gobierno ucraniano por su apoyo a este pueblo.

Asegura que si en el momento que regrese a su país, su unidad no está luchando en primera línea se unirá a otra, aunque es consciente de las dificultades que se puede encontrar por su edad y por su nueva situación como portador de una prótesis.

«Pero lo voy a intentar», afirma rotundo.

Además de alcalde de su ciudad, era responsable de otros siete pueblecitos. Tiene claro que lo prioritario ahora es acabar con la guerra y después ya retomará el gobierno municipal para solucionar los problemas de los ciudadanos.

En Zaragoza, como en casa

El 24 de febrero de 2022 a Iván le cambió la vida al igual que al resto de compatriotas ucranianos. Rusia invadió su país y ese mismo día se incorporó a la lucha. Trece meses después fue herido en un ataque en el que perdió la mano y parte del antebrazo.

Peor suerte tuvo su sobrino. Hace un mes falleció en el frente de Zaporiyia, cuenta apenado, aunque está contento porque en su ciudad, en la que sigue viviendo su familia, la situación es de cierta tranquilidad, salvo en la zona industrial en la que sí se registran bombardeos.

Asegura estar ya recuperado de sus heridas y en estos momentos se siente «muy fuerte». Está muy agradecido al personal del Hospital de Zaragoza que le ha atendido, que no solo han curado sus heridas sino que también le han hecho sentirse como en casa.

Tanto es así que ya ha ido dos veces a ver un partido del Real Zaragoza.