«Nunca he aceptado compromisos, y siempre he hecho exclusivamente el cine que he querido», asegura Liliana Cavani. Y es esa actitud inconformista, y la excepcional capacidad para ahondar en las partes más oscuras y misteriosas del alma humana derivada de ella, lo que en buena medida justifica el León de Oro que esta noche le otorga la Mostra de Venecia en homenaje a una filmografía que se prolonga a lo largo de más de seis décadas. El premio supone la culminación de la estrecha relación que la directora italiana ha mantenido con este festival desde que presentó en él el documental ‘Philippe Pétain: Proceso a Vichy’ (1965), feroz crítica a quien en su día había convertido en Francia en un Estado títere para colaborar con los nazis.
El tipo de controversia que generó un año después entre los sectores más conservadores de la sociedad italiana por la descripción que hacía del catolicismo en ‘Francisco de Asís’ (1966) -posteriormente reinterpretó la figura del santo en dos ficciones más, una de ellas protagonizada por Mickey Rourke-, se convirtió desde entonces en una constante en su carrera a causa de sus representaciones de erotismo transgresivo, cuestionamiento espiritual y extremos psicológicos.
Con el biopic ‘Galileo’ (1968) atacó el sistema eclesiástico -el Vaticano intentó censurar la película-; con ‘Los caníbales’ (1969) y ‘La huésped’ (1971) exploró los mecanismos de autoridad y represión; a través de ‘Milarepa’ (1973) planteó cuestiones sobre el papel social de la violencia, y con la que sin duda es la mejor y más célebre de sus películas, ‘Portero de noche’ (1974), retrató la relación enfermiza entre un antiguo comandante nazi y la mujer a la que años atrás había violado en un campo de concentración -Charlotte Rampling, protagonista de la película junto a Dirk Bogarde, será la encargada esta noche de hacerle entrega del premio-; volvería a explorar los paralelismos entre el nazismo y el sadomasoquismo en ‘Más allá del bien y del mal’ (1977) y ‘Berlín interior’ (1985). Sobre todo a partir de entonces, ha hecho frecuentes incursiones en el teatro y la ópera, desde donde ha hecho gala del mismo espíritu anticonvencional y la misma inquietud intelectual.
Estos días, Caviani también presenta en la Mostra su nueva ficción, ‘El orden del tiempo’, sobre un grupo de amigos que, tras descubrir que un meteorito podría provocar inminentemente el fin del mundo, se ven empujados a saldar cuentas consigo mismos. Y asegura que, a pesar de sus 90 años, podría no ser la última que dirige. “Hago películas para dar forma a mis pensamientos”, explica. “Si los hermanos Lumière no nos hubieran dado el cine, yo estaría condenada a no expresarme y viviría muy infeliz, tal vez en un hospital psiquiátrico«.