Primero fueron las consecuencias del Covid, luego el margen del Fair-Play, este es el verano de la sostenibilidad. Fue la palabra más repetida por Miguel Ángel Corona durante su rueda de prensa a dos días del cierre del mercado. La sostenibilidad económica de la que habla Corona quiere decir en términos deportivos: mediocridad, conformismo y dejadez. Todo aquello que representa Peter Lim desde que decidió abandonar a su suerte al Valencia hace cuatro largos y tortuosos años. Corona habla de ser «sostenibles» para justificar la falta de fichajes en esta ventana. Y para justificar a Lim. Es lo único que le queda. Ayer salió a rueda de prensa como si nada hubiera pasado. Como si el Valencia no se estuviera jugando la vida en esta recta final dramática de mercado. En la presentación de Pepelu sacó pecho por haber cerrado «dos fichajes antes de pretemporada». En la de Sergi Canós presumió de haber hecho «tres pagando». Ayer en la de Selim Amallah fardó de haber conseguido la opción de compra por el marroquí. Lo malo es que Corona solo es un daño colateral. El gran problema del Valencia, por desgracia, se llama Peter Lim.
Su decisión de no invertir en fichajes, ni siquiera los cinco millones destinados inicialmente a Rafa Mir, es malvada. El Valencia se muere deportivamente por culpa de su gestión y el máximo accionista lo que está haciendo es quitarle al club la respiración asistida. El mercado del Valencia es negligente. O peor aún, suicida. Al dueño le da igual lo que pasó en el mercado de invierno cuando condenó al equipo al descenso a segunda. Y le da igual lo que pase en esta ventana de verano. El Valencia no va con él. Que el equipo baje no le va a quitar el sueño. Está más que demostrado. Tampoco le molesta que la plantilla sea mucho más floja que la temporada pasada. Ni que Rubén Baraja, el entrenador que lo salvó el equipo y con el que nunca ha hablado, esté sufriendo y rompiéndose día sí y día también la cabeza por su culpa. Bloquear los fichajes a estas alturas del verano es autodestructivo. Los cinco millones de Cenk Özkacar, por mucho que se paguen a plazos en seis años, siempre fueron negligentes. Visto lo visto, dejar salir a Edinson Cavani o hasta Marcos André también.
El Valencia busca a la desesperada la llegada por lo menos de un delantero. Del segundo, de la banda y del mediocentro defensivo que ha obligado al Pipo a inventarse a Diakhaby de ‘6’ ya ni hablamos. Ojalá haya suerte con una de esas oportunidades de mercado de última hora que caen del cielo o de Jorge Mendes. Pero ya da igual. Venga quien venga (si es que viene), este mercado ya no se puede arreglar. Queda demostrado que el «reset» y el «local management» eran cine de verano. No ha habido cambio de gestión. Nada ha ido a mejor. Más bien lo contrario. El mercado no tiene solución. Y el Valencia con Peter Lim tampoco.