La agricultura es uno de los entornos laborales más masculinizados, solo superado por la construcción, el transporte y la industria extractiva. A día de hoy, las mujeres representan tan solo el 25% de la población activa en el sector agrícola y ganadero. A este ámbito pertenece la viticultura. Un mundo que ha estado, históricamente, dominado por hombres. En los últimos años, sin embargo, cada vez son más las mujeres que se abren paso en la industria vitivinícola.
«Cada vez que iba a una bodega tenía a cinco hombres observando cómo llevaba el tractor, esperando para reirse»
María Riba
Siguen siendo una minoría, tanto en el campo como en las bodegas y puestos directivos, y tienen que luchar cada día contra los prejuicios por razón de género. María Barrena, copropietaria y elaboradora de dos bodegas en l’Arboç (Alt Penedès) y Carcastillo (Navarra), lleva 25 años combatiendo esa mirada masculinizada del mundo del vino. «Se te cuestiona constantemente si eres mujer. A la hora de dar las directrices en el campo o de hacerte ver, siempre tienes que valer el doble«, relata.
Menospreciadas e invisibilizadas
Ser cuestionadas de forma constante es una vivencia compartida por muchas de las mujeres consultadas para este reportaje. «Aprendí a llevar el tractor con ocho años. Desde que cumplí la mayoría de edad, me dedico al campo profesionalmente. Y aun así, años después, cada vez que iba a una bodega, tenía a cinco hombres observando mientras daba marcha atrás con el tractor, esperando para reírse de mí», relata Maria Riba, payesa, viticultora y propietaria de una explotación en Vilobí del Penedès. «Luego, cuando ven que sabes manejar el tractor mejor que ellos, se quedan pasmados».
El libro ‘Converses a peu de vinya. 50 viticultores del Penedès’ recoge historias de mujeres de la industria del vino
«Las mujeres siempre han trabajado en el campo, pero no estaban en la mesa de decisiones. Esto ha favorecido la imagen de que el campo era cosa de hombres, y no es cierto. Simplemente estábamos invisibilizadas», añade Barrena. Su tocaya coincide: «El mundo del campo está muy masculinizado. Si eres mujer, siempre tienes que estar demostrando tu valía».
Las mujeres no me mandan
Además de la valía, las viticulturas tienen que demostrar autoridad y hacerse respetar. Barrena recuerda un episodio que le ocurrió cuando intentó cambiar la forma en la que cultivaban la tierra, para introducir técnicas más ecológicas. «Los demás payeses me cuestionaban, no querían seguir mis indicaciones. Intentas dialogar pero al final hasta que no te pones en un rol masculino de imposición, no te hacen caso».
«Algunos payeses se negaban a trabajar hasta que se lo ordenaba mi marido»
Y no es un caso aislado. «Algunos payeses se negaban a trabajar hasta que se lo ordenaba mi marido», explica la propietaria de una bodega en Ullastrell. Trabajadores tanto nacionales como extranjeros se muestran a menudo recelosos a la hora de acatar órdenes dadas por las viticultoras. «A mí las mujeres no me mandan», le dijo a Cristina, de la Bisbal del Penedès, uno de sus trabajadores recién llegados.
«Intentas dialogar pero al final hasta que no te pones en un rol masculino de imposición, no te hacen caso»
Historias capturadas
Estas historias y muchas otras se recogen en el libro de fotografía ‘Converses a peu de vinya. 50 viticultores del Penedès’. La autora y fotógrafa Maria Rosa Ferré recorrió 6.000 kilómetros para reunir medio centenar de historias. De todas las edades, procedencias y con caminos muy diferentes, retrata a las mujeres que se dedican a este oficio. «Quería hacer visibles a las invisibles, que supieran que son tan o más importante que nadie, que su trabajo es imprescindible».
El libro de Ferré ha servido para crear sinergias entre las protagonistas y ver que no están solas
Ferré descubrió la cara oculta del campo mientras fotografiaba viñas para un encargo. «Me acercaba a mujeres y me decían ‘conmigo no hables, solo estoy de apoyo, no soy nadie’, frases que pensaba que hoy en día no escucharía». Ella misma había vivido situaciones de machismo en su trabajo, 50 años atrás, y ahora, tanto tiempo después, vio que las mujeres seguían sin ser valoradas.
Dar visibilidad
Esos encuentros fueron los que la animaron a empezar el libro, pero reconoce que lo que se encontró rompió sus esquemas. «Una vez inicié la búsqueda de viticultoras, me encontré con mujeres con muchas ganas y mucho empuje», relata. Mujeres que aceptaron el reto de hacer visible su día a día en el campo. «La propuesta de Maria Rosa me pareció excelente para darnos visibilidad. Nadie más había pensado en esto», valora Riba, «Cuando piensas en un payés, te viene a la mente un hombre, no una mujer», añade.
«Necesitamos normalizar a la mujer en todos los ámbitos, es importante reconocer que las mujeres hemos estado aquí, estamos y estaremos”
Maria Barrena
Aurora Carafí, una de las enólogas y viticultoras más jóvenes del libro, se quedó sorprendida con la propuesta de la fotógrafa. «Al principio me chocó, pero fue porque me gustaría que no hubiera necesidad de hacer divulgación de las mujeres, pero resulta que la hay». Sin embargo, enseguida se sumó a explicar su historia. «Somos muy pocas en un mundo de hombres». Ella tiene 26 años y ya hace 10 que se dedica a las viñas: es elaboradora en la bodega Maria Casanovas. «Desde los 16 años ya recibía comentarios del estilo ‘mujeres a mi tractor no suben'».
Camino por recorrer
Reconoce que en las formaciones, la mayoría de alumnos eran hombres, pero nota un cambio. «Por suerte, en las nuevas generaciones de elaboradores y viticultores, te encuentras menos esta discriminación», explica.
Riba y Barrena también notan ese cambio, pero afirman que queda mucho camino por recorrer. «Hace 30 años la mentalidad de que el campo era cosa de hombres estaba mucho más presente, pero aún queda algo», explica Barrena. «Antes ni nos dábamos cuenta, todos tenían esa visión masculinizada, hombres y mujeres. Ahora eso está cambiando”, valora Riba. «Necesitamos normalizar a la mujer en todos los ámbitos, es importante reconocer que las mujeres hemos estado aquí, estamos y estaremos”, añade. «La única forma de avanzar es explicar a las siguientes generaciones una historia diferente».
Éxito del libro
Además de dar voz a una parte invisibilizada del campo, el libro ha servido para crear «una red, una comunicación, una sinergia entre las viticultoras», subraya su autora. Ahora, ellas se reúnen y explican los obstáculos con los que se encuentran. «Muchas se pensaban que su problema era único, y, no, es de la mayoría de mujeres», añade.
Las imágenes de las viticultoras han tenido un gran éxito y las copias de la primera edición del libro (editado por Edicions i Propostes Culturals Andana) han volado. En marzo de este año la exposición con las fotografias del libro se inauguró en Sant Jaume dels Domenys. La acogida ha sido tan buena que ya hay programadas otras siete exposiciones. «Intentaré que las imágenes vayan a dónde las pidan», explica la autora, «Con una única condición, que se aproveche para hacer un debate de payesía en femenino. La próxima exposición es en Sant Pau d’Ordals (Subirants) en las que se podrá ver el día a día de estas mujeres y entender, un poco más, la realidad del mundo de las viñas.