El escándalo iniciado por el beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso, incendiado por unas disculpas que parecieron todo lo contrario y definitivamente desbocado el pasado viernes tras su arrogante discurso y su decisión de no dimitir en la asamblea extraordinaria de la RFEF se ha convertido en una ola de indignación que ya está rebasando los límites del deporte. Cuando el presidente del Consejo Superior de Deportes dijo en rueda de prensa el pasado viernes que confiaba en que el caso Rubiales fuera «el Me Too del fútbol español», probablemente no sospechaba que en pocas horas el hashtag acuñado por las compañeras de Selección de Hermoso, #seAcabó, correría como la pólvora por las redes. Ya no solo como muestra de solidaridad con la jugadora, sino como grito de denuncia de cualquier abuso machista.
Este martes, el #seAcabó ha adoptado un nuevo cariz cuando la periodista Sara Brito ha compartido en su página de Facebook la denuncia de la situación vivida hace unos años cuando trabajaba en la redacción del periódico Público.
«Abuso de poder»
«Este es mi relato del #seAcabó o un intento de sacarme un poco una mierda que viví y me hizo sufrir malamente, por el abuso de poder y el maltrato laboral pero también por la omertá de mis compañeros (salvo mis compañeras de sección Paula Corroto e Isa Repiso que me ayudaron tanto). Gracias chicas, sin ustedes me hubiera roto aún más», explica Brito en un texto que se ha hecho viral después de que precisamente Paula Corroto lo compartiera esta mañana en su perfil de X / Twitter.
Este es el relato que mi amiga y ex compañera Sara Brito ha querido hacer público después de años y siendo todavía fuente de dolor para ella.
La valentía es toda suya.
Quiero pensar que hoy todo sería distinto, pero no estoy nada segura
#SeAcabó pic.twitter.com/Vm0luHFWic— Paula Corroto (@PauCorroto) August 29, 2023
«Trabajé en la sección de Cultura de un periódico nacional de izquierdas. Me lié un par de veces con el jefe de sección a los pocos meses de entrar, quizás excitada con que se fijase en mí, quizás tratando de sobrellevar una ruptura sentimental. Da igual, fue relación consentida. Después de que se acabara la relación, y sobre todo cuando pasó a ser redactor jefe, empezó un maltrato que fue tornándose constante, con gritos y humillaciones en medio de la redacción. Ejerciendo su poder desde la burla, la humillación pública y la falta de respeto», describe.
Brito denuncia que la situación, que duró varios años, destruyó su autoestima y sus nervios. Hasta el punto que decidió compartirla mediante una carta en la que reclamaba el apoyo «de mis compañeros y compañeras». Solo ellas la firmaron. «Mis compañeros hombres me dijeron que reconocían la situación pero que no querían meterse en problemas», asegura. Después de aquello, Brito explica que buscó el respaldo del Sindicato de Periodistas, pero poco después la empresa editora del periódico anunció un ERE voluntario y decidió acogerse a él. «Acobardada por la falta de apoyo, vi la puerta de salida y corrí».
«Hoy ese periodista sigue ejerciendo y firmando reportajes sobre feminismo. Una hipocresía que me revuelve las tripas. No busco represalias pero sí perdonarme por haber transigido con esa situación de mierda
tanto tiempo y dejar de culparme. Y tratar de que a ninguna mujer vuelva a pasarle algo así, sintiendo que era algo que tenía que soportar para no perder el puesto de trabajo y que era algo normal que periodistas de una redacción supuestamente comprometida con el feminismo veía como algo que debía mantenerse en silencio», concluye.
«Tenía miedo de perder el trabajo»
Pocas horas después, cuando el texto de Brito se había hecho viral y el nombre de pila del presunto acosador era tendencia en Twitter, la también periodista Noemí López Trujillo se sumaba a la denuncia.
«Hoy, una periodista llamada Sara contaba cómo la había acosado su jefe. Enseguida supe que hacía referencia a ese hombrecillo del ámbito cultural que escribe sobre la ausencia de las mujeres en los museos y que también me acosó a mí en 2015/2016», escribe en un largo pie de foto acompañando una imagen suya en Instagram. «No me gusta que nadie hable por mí y no me gusta ser definida por otros. Detesto que lo que me hizo este hombrecillo en nuestra primera reunión de trabajo, cuando yo tenía 25 años, me haya marcado tanto. No, no quería verte la polla, no, no quería follar contigo, no, no era verdad que no fuese a tu casa porque llevaba unas bragas feas, no, no quería saber que ‘una tía con las tetas enormes’ te la había chupado la noche anterior. Sí, sí tenía miedo de perder el único trabajo que tenía en ese momento», relata.
Después, asegura López Trujillo, se sucedieron «periodos de furia y desprecio hacia mi trabajo hasta que me despidió como colaboradora porque yo había echado el currículum en otro medio. Lo llamó traición. Me dijo que yo sin él no valía nada y que tenía que agradecerle adónde había llegado. Me consideraba de su propiedad».
Más adelante, Brito reaccionaba de nuevo en otra red social ante el revuelo levantado por su confesión. «No quiero estar en el centro de ningún huracán. No busco tampoco la cancelación de nadie. No me gusta la cultura de la cancelación», ha escrito en sus stories de Instagram. «La verdadera reflexión que deben hacer los medios de comunicación y los grupos humanos de trabajo es por qué se sostenía la ley del silencio frente a abusos y humillaciones y cómo no volver a sostener una situación así».