El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, empieza este lunes su ronda de audiencias con los diferentes partidos con representación parlamentaria en su condición de candidato a la sesión de investidura designado por el rey. Nada más salir del palacio de Zarzuela, y sin todavía saber cuál sería la decisión del Jefe del Estado, que tuvo que decidir entre los 172 apoyos seguros a Feijóo o las potenciales 178 al actual presidente, Pedro Sánchez, el líder del PP ya avisó de que necesitaría tiempo para persuadir a todos aquellos a los que, durante la campaña, ha demonizado y criticado hasta la saciedad. Este lunes, y con tiempo hasta el 26 y 27 de septiembre, fechas coordinadas con Francina Armengol para la celebración del debate de investidura, Feijóo empezará a tomar el pulso a las distintas sensibilidades presentes en el Congreso de los Diputados. Por el momento, los coordinadores de la estrategia popular solo ponen una condición: con EH-Bildu, no.

Con el veto a los abertzales el PP abre una línea de actuación en la que dice que se sentará con todos. Con UPN, Coalición Canaria y Vox ya cerrados, los populares están a cuatro apoyos de conseguir la ansiada cifra de los 176 de la mayoría absoluta. Sin embargo, parece complicado, máxime teniendo a Vox dentro de la ecuación. El PP, según sus propias palabras durante estos cuatro años de gobierno de coalición, se sentará en la misma mesa que independentistas, regionalistas, comunistas y prófugos de la Justicia. El sanchismo que venían a derogar. Si para el repertorio de adjetivos nos fijamos en Vox, muleta del PP y socio más fiable de Feijóo, los decibelios suben aún más: el PP, según la vara de medir de Abascal y su pléyade cercana, empezará este lunes su ronda de reuniones con una mayoría Frankenstein liderada por quienes quieren destruir España, los recogenueces que siguen alimentándose políticamente del terror que causó ETA, los Rufianes y el capo del teatro, Pedro Sánchez.

Parece complicado que con esta hemeroteca Feijóo sea capaz de convertir los vetos en votos. Entretanto, Pedro Sánchez negociará en paralelo para aprovechar el tiempo extra que ha conseguido gracias a la designación del rey, quien, pese a ser conocedor de que el PP no será capaz de conseguir que la aritmética le sea favorable -salvo sorpresa de última hora o tránsfugas desacomplejados mediante-, decidió que el presidente de los populares debía ser el escogido.

Empiezan las negociaciones. Empiezan a conformarse los grupos que dirimirán cuál de las tres opciones es la correcta: Alberto Núñez Feijóo, siendo capaz de mover el voto de cuatro diputados que ahora mismo parecen imposibles; Pedro Sánchez, haciendo de la necesidad virtud y cediendo en demandas como la Ley de Amnistía; o ninguno de los dos, condenando a los españoles a volver a pasar por las urnas el próximo 14 de enero de 2024.

El reloj de la democracia ya se ha activado y corre el riego de paralizarse antes de lo esperado. En Ferraz insisten en que lo conseguirán, que tienen experiencia y serán capaces de asegurar una buena legislatura uniendo las distintas opciones que conforman la Cámara Baja. Los primeros gestos, tanto en personas, con Armengol a la cabeza del Congreso, como en formas, con las lenguas cooficiales siendo impulsadas tanto en las administraciones españolas como en Europa, ya han aparecido. No obstante, con ERC y Junts pugnando por el liderazgo del nacionalismo catalán, y con unas elecciones regionales fijadas para 2025, no será fácil: “La subasta crece”, advirtió el propio Puigdemont.