Hasta los estos Mundiales de Budapest 2023, el balance de Canadá en lanzamiento de martillo se reducía a la plata que logró Camryn Rogers en los pasados Mundiales y a una plata y un bronce olímpico masculinos… ¡hace más de 100 años! Con Walsh fue bronce en Londres 1908 y Duncan Gillis se colgó la plata en Estocolmo 1912 en una época inicial de dominio de Estados Unidos (solo dejó escapar estas dos medallas en las cuatro primeras ediciones olímpicas).

Pues bien, 111 años después el país norteamericano ha sorprendido con la conquista de los dos oros en lanzamiento de martillo con el jovencísimo Ethan Katzberg (21 años) y su compatriota Camryn Rogers, de 24. Es curioso que en un país tan grande ambos procedan de localidades vecinas de la Columbia Británica al haber nacido ella en Richmond y él en Nanaimo. Apenas hay unos kilómetros de distancia entre ellas, pero son por mar al estar situada la primera en la parte continental y la segunda en la Isla de Vancouver.

Ethan Katzberg se presentó en Budapest tras proclamarse el año pasado campeón de la Commonwealth en Birmingham y con la tercera mejor marca del año (78,53) después de una espectacular progresión desde que cerró 2021 con un mejor registro de 69,75. Pero… ¿por qué es lanzador de martillo?

La progresión de Katzberg a sus 21 años es espectacular EFE


Pues de casta le viene al galgo. Entrenador de martillo y de peso, su padre Bernie entrenaba a la hermana mayor del campeón mundial, Jessica (tiene 23 años y llegó a lanzar 47,42 con el martillo grande con solo 17 años. Entretanto, el ‘gigantón’ Ethan jugaba al baloncesto, pero terminó siendo seducido por el artefacto y se puso en manos de su padre (su madre Coralee es asesora de finanzas).

Todo cambió cuando decidió tomárselo más en serio y marcharse 400 kilómetros al Este a Kamploos, una localidad también en la enorme Columbia Británica a caballo entre Vancouver y Calgary. Y allí se puso en manos de Dylan Armstrong, quien fue bronce en los Juegos de Pekín’08, plata en el Mundial de Daegu’11 y bronce en el de Moscú’13, pero el lanzamiento de peso.

El binomio ha funcionado a la perfección y Katzberg ya maravilló en la calificación en Budapest destrozando su marca personal por dos metros y medio con récord nacional (81,18). Y al día siguiente en la final mostró una madurez competitiva extraordinaria para sus 21 años y reinó con otro récord de Canadá (81,25) y con cinco lanzamientos mejores que la marca con la que llegó a los Mundiales más un nulo (80,18, 80,02, 79,82, 81,25 y 81,11). Y para celebrarlo, se mezcló entre el público para seguir junto al Danubio los fuegos artificiales por el Día Nacional de Hungría. ¡Muy crack!

Katzberg abraza a su entrenador, Dylan Armstrong EFE


Con 1,98 metros, 107 kilos y ese aspecto desenfadado y campechano con su larga cabellera, Katzberg ha hecho historia en parte gracias a las casualidades. La primera, nacer en una familia de martillo por así decirlo. Y la segunda, caer en las manos de Armstrong. De hecho, la Isla de Vancouver tiene una extensión similar a la Catalunya y no llega a los 850.000 habitantes. ¿A qué se dedicaría si no le hubiese dado por el lanzamiento?

No contentos con ello, Canadá culminó su histórica actuación el sábado con su primera medalla femenina en lanzamiento de martillo y además de oro. La autora fue Camryn Rogers, cuya infancia fue complicada por la separación de sus padres cuando ella solo tenía tres años.

Camryn Rogers es la martillista de moda EFE


La campeona mundial se quedó con su madre Shari, una peluquera de Richmond. «Durante muchos años fuimos ella y yo. Mucha lucha, muchas dificultades», ha comentado en torno a su infancia. Estudiante de Derecho Ambiental, compite siempre con un colgante de plata que le regalo su primer entrenador y ya destacado siempre desde que con 13 años «se enamoró del martillo».

Entonces… ¿dónde está la casualidad en su caso? Pues en que a la pequeña Camryn no le interesaba el deporte lo más mínimo hasta que un día una clienta de la peluquería de su madre le comentó que podría tener condiciones para el atletismo y entre las dos la convencieron para que se pasase por el estadio. De allí al oro en Budapest hay un largo camino de éxitos, como su histórica quinta plaza en los Juegos de Tokio en la primera final para una martillista canadiense o, al igual que Ethan Katzberg, su oro en los Juegos de la Commonwealth el año pasado.

Rogers, exultante en el podio tras recibir su oro EFE


Camryn Rogers, de 1,70 de altura, venía de hacer historia con su plata en Eugene y llegaba con la segunda mejor marca del año (78,62), aunque lejos de la favorita estadounidense Brooke Andersen (80,17), quien cayó con estrépito en la calificación. En la final, la canadiense no necesitó hacer marca personal con 77,72 para imponerse a otra estadounidense, Kassanavoid (76,36).

A buen seguro, Camryn ya habrá viajado de regreso a Canadá con una buena cantidad de café en grano, una de sus grandes pasiones. Y es que cada vez que compite en el extranjero se lleva consigo este producto para degustar las diferencias entre los países. Es una apasionada del café… y de las medallas. Pero… ¿sería campeona del mundo de martillo si aquella clienta de la peluquería de su madre Shari no la hubiese persuadido?