El deshielo de los polos como consecuencia del cambio climático liberará tantos microbios al medio cada año como estrellas tiene el Universo. En concreto, las estimaciones sugieren que cuando se descongelen las regiones más frías, como el Ártico o la Antártida, cada año se liberarán cuatro sextillones (4.000.000.000.000.000.000.000) de pequeños microorganismos prehistóricos que permanecen atrapados en esas zonas.

A raíz de esta estimación, un grupo de investigadores ha querido saber cuál será el riesgo de que alguno de ellos, especialmente los patógenos, cause importantes daños en los ecosistemas modernos. El estudio, publicado en PLOS Computational Biology, efectuó varias simulaciones para ver el riesgo que supondría la liberación de los patógenos.

En un 1% de las simulaciones en las que se liberaba un solo patógeno inactivo se encontraba potencial suficiente como para causar un daño ambiental importante, provocando incluso una gran mortalidad entre los organismos que decidiera tomar como huéspedes.

Para llevar a cabo este estudio, se utilizó un software llamado Avida capaz de ejecutar experimentos que simulan la liberación de un tipo de patógeno antiguo en el mundo actual, explicó Corey Bradshaw, ecólogo del Centro de Excelencia ARC para la Biodiversidad y el Patrimonio de Australia (CABAH, por sus siglas en inglés) y investigador principal de este artículo, publicado en The Conversation.

Los polos sufren un derretimiento acelerado Agencias


Tras realizar este trabajo, los investigadores midieron “los impactos del patógeno invasor en la diversidad de las bacterias que funcionan como reservorio en la actualidad y lo comparamos con simulaciones en las que no se producía invasión”, explica Bradshaw. Los patógenos que llegaban a los ecosistemas modernos sobrevivieron y evolucionaron sin problema en este ‘nuevo’ planeta.

Pérdidas de hasta el 30%

En un 3% de las ocasiones, se volvió dominante en el entorno. En ese contexto, como insiste Bradshaw “es muy probable que cause pérdidas de biodiversidad” en aquellos organismos que sea capaz de contagiar. En los peores casos, los investigadores vieron que la introducción de microorganismos patógenos en la biodiversidad actual “redujo hasta un 30% la comunidad anfitriona”.

“Puede parecer un riesgo pequeño”, argumenta el investigador, pero como advierte, “hay que tener en cuenta que estos resultados solo ponen de manifiesto la entrada de un patógeno a estos entornos”. “Con la gran cantidad de microbios antiguos que se liberan en el mundo real, tales brotes representan un peligro sustancial”, explica.

Glaciar en Alaska Pixabay


Hasta ahora, la amenaza de que un patógeno antiguo reviviera después de estar milenios ‘dormido’ entre el hielo parecía de todo menos plausible. “Se limitaba a ser una amenaza de ciencia ficción”, resalta.

Y si bien la probabilidad de que un patógeno renazca entre el hielo y cause extinciones catastróficas es baja, “nuestros resultados muestran que eso ya no es una fantasía”.

Si bien el equipo de investigación no llegó a calcular el riesgo que supondría para los humanos, los científicos creen que el simple hecho de que un patógeno pueda “viajar en el tiempo”, establecerse y degradar una comunidad huésped, “ya es preocupante”.

“Como sociedad debemos comprender los riesgos potenciales para poder preparanos ante ellos”, recalca el investigador, que recuerda que el SARS-CoV-2, el ébola o el VIH “probablemente” se transmitieron a los humanos a través de algún animal.

“Es plausible que un virus que alguna vez estuvo unido al hielo pueda ingresar a la población humana a través de una vía zoonótica”, insiste.

Artículo de referencia: https://journals.plos.org/ploscompbiol/article?id=10.1371/journal.pcbi.1011268

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