Donde quiera que se va estos días en Nueva York, ahí está Carlos Alcaraz. El murciano, que hace un año conquistó en la ciudad el primero de sus dos grandes, convirtiéndose en el número 1 más joven de la historia y también en el campeón de menos edad en Flushing Meadows, es la imagen central de la campaña promocional de la edición de este año del Abierto de Tenis de Estados Unidos, que arranca este lunes. La imagen irradia toda su energía y fuerza juvenil desde carteles, serpentea por las calles plasmada en los laterales de autobuses y es el complemento idóneo del eslogan elegido para publicitar el torneo: “Spectacular awaits”, nos espera algo espectacular.
El de El Palmar retorna al Centro Nacional de Tenis Billie Jean King con un debut este martes en la pista central Arthur Ashe en el segundo partido de la sesión nocturna frente a Dominik Koepfer, el zurdo alemán que es 78 del mundo. Y la opción de que se convierta en el primer tenista en renovar en años consecutivos el título neoyorquino desde 2008, cuando Roger Federer conquistó en la central Arthur Ashe su quinto seguido, sería ya imán suficiente para un torneo que, por primera vez desde 1990, no puede publicitarse con el suizo, retirado el año pasado; ni en Serena Williams, que en estas pistas dijo también en 2022 adiós y acaba de ser madre por segunda vez, ni en Rafael Nadal, cuatro veces ganador en Flushing pero ausente por tercera vez en los últimos cuatro años.
Este 2023 tiene, no obstante, un aliciente más: permite imaginar una final de ensueño que encarna la cumbre del tenis hoy, la rivalidad que está haciendo de oro la transición desde el ‘Big Three’ a la nueva generación: un potencial duelo entre Alcaraz y Novak Djokovic.
Nole, a por el 24
El serbio, que el año pasado no pudo estar en Nueva York por las restricciones de entrada a Estados Unidos de los no vacunados contra covid, se colocaría en el número 1 ganando sencillamente el primero de sus partidos (este lunes por la noche contra el francés Alexandre Muller). Llega con el regusto dulce de la victoria ante el murciano en Cincinnati, donde hace solo una semana se impuso en la final tras un partido épico, otro más entre ambos, de casi cuatro horas. Pero llega también con el recuerdo de Wimbledon, donde en un partido inolvidable el pupilo de Juan Carlos Ferrero acabó con la posibilidad de que el campeón de 2023 Australia y Roland Garros lograra los cuatro grandes del calendario en el año y sumara su 24°, esa meta declarada con la que Nole igualaría el récord de Margaret Court y que ahora vuelve a tener al alcance.
Nueva York nunca ha sido el escenario más afortunado para Djokovic, que aunque ha alcanzado nueve finales ‘solo’ ha alzado tres veces el trofeo (en 2011, 2015 y 2018) y ha vivido momentos oscuros, como la descalificación en 2020 tras golpear a una jueza de línea. Pero como decía el viernes ante la prensa, tiene a los 36 años “aún la motivación”. Lo suyo es “amor” por la competición. Adora jugar en la pista más grande del circuito, ante el público más sonoro. Y si hay alguien que le “empuja al límite” y saca lo mejor de él, que es tanto como para que siga aún mostrándose como uno si no el mejor de la historia, ese es a día de hoy Alcaraz.
Alcaraz, “más maduro, mejor”
El español llega al Abierto, pese a alcanzar la final en Cincinnati, tras unas semanas de tenis más errático del que ha acostumbrado, algo que contribuyó a una despedida en cuartos en Montreal frente a Tommy Paul y le forzó a disputar todos los partidos a tres sets para llegar a medirse a Nole en Ohio. Pero también ha cogido ritmo. Y se crece en grandes ocasiones.
Aunque intenta no pensar en la presión de renovar el título, algo que admite que hace las cosas “probablemente más complicadas”, también sabe que tiene sus ventajas respecto a 2022. “En la pista siento que soy más maduro, soy mejor jugador que hace un año”, decía en su rueda de prensa previa al arranque del torneo.
En esa comparecencia, en la que lució una gorra y una camiseta de Michael Jordan, no eludió hablar de las fortalezas de Djokovic, y de las lecciones que trata de sacar y aplicar a su propio juego. “Es una roca mental. Nunca se rinde. En momentos duros, cuando está abajo y parece que va a perder, siempre se da la oportunidad de seguir jugando y ser capaz de ganar. Es probablemente lo más importante que tiene, y lo que intento aprender y llevar a mi juego”, decía.
Un cuadro complejo
El camino hasta la final soñada por organizadores y amantes del tenis, y posiblemente por sus dos protagonistas, aunque tengan demasiado respeto por el resto de jugadores para decirlo públicamente, se presenta al menos sobre el papel algo más arduo para Carlitos que para Djokovic. En la ruta del serbio a partir de cuartos aparece la posibilidad de encuentros con tenistas como Stefanos Tsitsipas, Holger Rune o Casper Ruud, el finalista del año pasado. Los potenciales grandes retos para el español arrancan antes y son mayores.
En cuarta ronda Alcaraz podría tener que medirse a Cameron Norrie y, de superarlo, lo peor estaría por llegar. Porque en cuartos el sorteo ha planteado un potencial encuentro con Jannik Sinner, el joven italiano que este mes conquistó en Montreal su primer Master 1000 y que el año pasado casi frustra el triunfo del español en un intenso y memorable encuentro en esa misma ronda, cinco horas y cuarto de tenis brillante y épica donde Sinner llegó a tener en su raqueta una bola de partido.
En semifinales, además, un posible rival sería el tres del mundo y el hombre que en 2021 dejó a las puertas del triunfo /y de un Grand Slam) a Djokovic en Nueva York: Daniil Medvedev. El ruso es de los que piensa que “es fantástico para el tenis” y “una gran historia” que haya nacido esa rivalidad entre el serbio y Alcaraz, “un jugador muy fuerte especialmente para su edad”. Pero asegura que “ahora en cada torneo una meta para todo el mundo es intentar evitar que jueguen uno contra otro” y no le importaría nada jugar el papel de “aguafiestas” para todos quienes ansían la final soñada.
Otros españoles y el cuadro femenino
Igual que Alcaraz, en el torneo femenino luchará por renovar el título (y hacerse con los tres millones de dólares que reciben los ganadores) la polaca Iga Swiatek, ya dueña de cuatro grandes, incluyendo su tercer Roland Garros este año, y cuyo número uno estaría a salvo de Aryna Sabalenka, la campeona en Australia, si llegan a medirse en la final. Es un duelo que intentarán evitar jugadoras como Coco Gauff, la estadounidense de 19 años que se impuso en Cincinnati y en la que, junto a la tercera cabeza de serie, Jessica Pegula, los locales tienen puestas sus mayores esperanzas.
En esa competición femenina se verá también este martes a Paula Badosa, enfrentada en su primer encuentro a la veterana Venus Williams, ‘wild card’. La participación española la completan Sara Sorribes, Cristina Bucsa y Rebeka Masarova y, en el cuadro masculino, Albert Ramos, Alejandro Davidovich, Roberto Carballés y Bernabé Zapata.