Daniel Sancho (29 años) espera en la prisión de Koh Samui (Tailandia) a que llegue el turno de su juicio por, presuntamente, haber asesinado a Edwin Arrieta. A principio de esta semana la Policía tailandesa hacía público que la autopsia no señalaba un golpe en la cabeza como la causa de la muerte, sino directamente el degollamiento. El horizonte judicial para el hijo del actor español pasa, posiblemente, por quedarse en una cárcel tailandesa. Su caso se ha vuelto muy mediático en España este verano, pero ya ha habido otros españoles bajo el foco que han pasado largos periodos en centros penitenciarios asiáticos.

«En las cárceles de Tailandia hay mucho hacinamiento. Se come muy poco y mal, pero sobre todo lo peor para un europeo es el calor extremo acompañado de la humedad y la falta de agua potable», explica Javier Casado, de la Fundación +34 que se encarga de asistir a presos españoles por todo el mundo. Su labor consiste en realizar viajes de forma periódica para entregar, por ejemplo, kit higiénicos o hacer revisiones médicas a los reos de España en el exterior. Las tailandesas, según dice, no son las más violentas.

«Nosotros allí les hacemos una compra periódica en el pecuario para que durante al menos dos meses pudieran tener una botella de agua. No hay agua potable, hay un grifo que, bueno, debes ser tailandés para que no te dé algo porque como bebas de ahí puedes tener diarrea, vómitos, problemas estomacales», expone Casado.

La prisión de Bang Kwang, en Bangkok, no tiene especialmente buena fama. Es uno de los centros a los que se ha especulado que puede ser trasladado Sancho en el futuro. Es conocida de forma sarcástica como el ‘Hilton de Bangkok’ y es una de las prisiones más célebres que ha protagonizado películas, libros y series de televisión. Hasta 2013, algunos reos llevaban grilletes en los pies para que no corrieran o pegaran patadas. El exdirector de El Mundo David Jiménez la describe en su libro El lugar más feliz del mundo: «En la entrada había una pizarra donde cada día se actualizaban las estadísticas del centro: Reclusos – 6.024. Esperando ejecución – 145».

«Se podían ver internos caminando arrastrando las cadenas alrededor de los tobillos (que pesan entre 7 y 14 kilogramos)», expuso Jiménez quien cuenta que visitó allí a un joven catalán de 31 años, entre otros presos, que le propuso escribir un libro. El principal problema, según quienes la han visitado, es el amontonamiento que obliga a algunos a dormir de pie o que provoca enfermedades.

En Tailandia fue arrestada también la española María Nieves García Alcaraz, acusada en 2010 por un tribunal de Justicia del país de importación y tenencia de drogas. Este, según las estadísticas del Ministerio de Exteriores, es el delito por el que más españoles son capturados tras las fronteras. García Alcaraz, natural de Albacete, estuvo internada en la cárcel de mujeres de Klong Prem. Los agentes de la brigada antidroga la detuvieron el 9 de agosto de ese año tras encontrar oculto en su equipaje 3,1 kilogramos de metanfetamina. La legislación tailandesa contempla la pena de muerte para este delito.

Tailandia y España firmaron en 1983 un convenio bilateral para que los presos españoles condenados a cadena perpetua debieran cumplir antes un mínimo de ocho años en la cárcel del país asiático. Así se viene haciendo desde entonces, según confirman fuentes conocedoras de este sistema, por lo que el sino de Sancho puede ser similar. Si es condenado a pena de muerte tendría que solicitar el indulto del Rey. Así lo explica Casado: «Es como bajar un escalón y cuando ya tenga cadena perpetua, entonces ya sí intentar solicitar el traslado a España». Tailandia siempre acepta este tipo de extradiciones. «Al final lo que quiere es quitarse presos de sus cárceles. Date cuenta que hay más de 300.000 presos en un país que tiene capacidad para 110.000», añade Casado.

Y así sucedió con García Alcaraz que desde 2019 está en España tras ocho largos años. Con ella compartió prisión Yuyee Alissa, la exmujer del presentador español Frank de la Jungla. Ella fue condenada a 15 años de cárcel, pero finalmente solo paso seis entre rejas tras una larga lucha del español que denunció irregularidades en el procedimiento y defendió la inocencia de su mujer. Yuyee Alissa fue arrestada en 2012 en el aeropuerto tras encontrarle 5 miligramos de cocaína en el equipaje. La tenencia de drogas en el aeropuerto se considera narcotráfico en el país, con independencia de la cantidad.

La peor cárcel, en la India

Muchos de los reportajes de corresponsales coinciden: la peor cárcel asiática es la de Tihar, en la India. Un documental de National Geographic, por ejemplo, muestra cómo los recién llegados duermen en el suelo de los barracones, amontonados, con mantas ásperas y bichos alrededor. Algunos, enseñan cómo duermen con piedras bajo el colchón por miedo a que otros presos les hagan daño. Allí conviven sospechosos de terrorismo y asesinos con presos de cuello blanco y pequeños delincuentes. A lo largo de 9 módulos (uno de ellos de mujeres) se reparte la población reclusa de unas 10.000 personas.

“Aunque describir Tihar como una prisión es subestimar lo que en realidad es una ciudad en sí misma. Tiene sus barrios sus reglas, sus divisiones sociales, una especie de sistema de castas que hace la vida mucho más difícil para los parias y más confortable para la élite”, escribió Jiménez en su libro sobre esta prisión. El centro fue construido a las afueras de Delhi en 1958.

Allí, estuvo Dolores Ruiz una española que al momento de cumplir su condena por tráfico de drogas tenía más de 70 años. ‘Mami Tihar’ la llamaban las presas y así se tituló una crónica de El Mundo en la que hablaban con ella en el año 2000. «Después de tanto tiempo, me he convertido un poco en la madre de todas ellas y ya ve, me he quedado con el apodo de mami». Su delito, el mismo que el de casi todos: fue detenida en 1995 en el aeropuerto de la capital india con 10 kilogramos de heroína en su maleta.

Pasó allí tanto tiempo que, tras cinco años y el dinero de su pensión, pudo trasladarse a la parte norte de la cárcel donde, incluso, podía tener una asistenta que le limpiaba la celda a diario, contó el reportero. Su vertiente mediática logró que las autoridades españolas repararan en ella y, finalmente, Ruiz quedó libre tras siete años interna.