Cuando se habla de energía eólica, todo el mundo piensa en los gigantescos aerogeneradores que ya forman parte del paisaje de países como España. Son turbinas cada vez mayores, capaces de proporcionar energía a decenas de miles de hogares, en cuya construcción se sigue innovando para conseguir mejor eficiencia y hasta generar energía sin viento. Sin embargo, el sector que puede experimentar un crecimiento exponencial es el de los aerogeneradores domésticos, modelos de reducido tamaño que se instalan en el tejado o en la terraza y pueden llegar a jubilar a las placas solares.
En los últimos años se han presentado todo tipo de artilugios e inventos, a cual más sorprendente, y muchas empresas comercializan sus propias turbinas caseras. Sin embargo, la mayoría de diseños siguen presentando dos problemas fundamentales: el ruido y la baja o nula producción en condiciones de poco viento. Para resolver ambos inconvenientes, la startup estadounidense Harmony Turbines está desarrollando una turbina vertical capaz de desplegarse con vientos de escasa fuerza para multiplicar la generación de energía y de plegarse en caso de vientos demasiado fuertes que podrían dañar la estructura.
Tras una exitosa campaña de financiación, en la que han conseguido recaudar más de un millón de dólares, los responsables de Harmony Turbines están convencidos de la viabilidad de un prototipo que puede cambiar el panorama de las renovables para siempre. «Creemos firmemente que las turbinas Harmony se convertirán en el próximo estándar mundial en generación de energía eólica residencial y a pequeña escala. Nuestros aerogeneradores son bonitos, silenciosos y no suponen ningún peligro ni para las personas ni para la fauna», aseguran en su página web.
Un proyecto familiar
Detrás de esta innovadora turbina está Christopher Moore, que se autodefine como «manitas, inventor y emprendedor». Moore lleva investigando en las posibilidades de las energías limpias desde finales de los años 90, pero no fue hasta 2017 cuando se lanzó a diseñar y patentar su propio dispositivo eólico, con la ayuda de su mujer Cheryl.
Lo que empezó como un proyecto familiar, modesto y con pocos visos de entrar en producción, ha ido haciéndose cada vez más grande y ambicioso, y ya disponen de los fondos necesarios para terminar el trabajo de prototipado y empezar la producción de unidades de prueba. El matrimonio lleva años compartiendo sus avances en su web y en vídeos de YouTube, y en una de las últimas actualizaciones señalan: «esperamos recibir pedidos anticipados de nuestras primeras unidades beta tempranas a principios de 2024».
Lo que hace únicos sus aerogeneradores son dos cuestiones fundamentales: por un lado, su capacidad para generar energía con bajas velocidades de viento (de 1,6 a 3,2 km/h) y, por otro, su tecnología de plegado o enrollado, que permite superar situaciones de viento a altas velocidades, en las que puede protegerse sin interrumpir la producción. «Eso nos permitirá seguir produciendo toda la potencia durante vientos fuertes que inutilizan o incluso destruyen las unidades de pequeña escala de la competencia», señalan.
Los prototipos de Harmony Turbines que los Moore han construido hasta la fecha se basan en cuatro puntos clave: comodidad, facilidad de uso, prestaciones y coste. Por eso han utilizado aluminio y plástico como principales materiales, pero no descartan usar otros para las turbinas que comercializarán, ya que entienden que «el metal no será el material que satisfaga todas las necesidades».
Para el mecanismo de enrollado, estos aerogeneradores utilizan un sistema de control electrónico automático. El estado predeterminado es completamente abierto, para que capte el viento. Cuando este comienza a soplar y girar la turbina, una de las primeras cosas que se encienden es precisamente ese pequeño sistema electrónico, que puede activarse en cualquier momento si detecta una fuerza excesiva que podría poner en peligro su integridad estructural.
Potencia y precios
De momento, los Moore y su equipo de ingenieros trabajan en la puesta a punto de unidades de 400 W, con una matriz de palas de aproximadamente 1,5 metros de alto y 1,2 metros de ancho cuando estas se encuentran completamente abiertas. Están trabajando para que toda la unidad, incluido el generador, pese menos de 70 kilos, para que se pueda instalar en cubiertas de edificios preparadas para soportar esa carga.
Sin embargo, las primeras turbinas Harmony que salgan al mercado probablemente tengan que instalarse en un patio o jardín, con una plataforma inferior de hormigón. Es una manera de elevar el aerogenerador hasta los 2,4 o 3 metros, para evitar el riesgo de que golpee a alguien en la cabeza. El precio final para el consumidor se situará en torno a los 5.000 euros, pero puede variar dependiendo de los materiales finales utilizados y su coste en el mercado. A medio plazo, ya trabajan en una versión más liviana y barata, que se pueda unir a la base sin necesidad de la plataforma inferior.
Para obtener el máximo rendimiento, los responsables de Harmony Turbines recomiendan combinar la generación de energía con placas solares y con un sistema de almacenamiento, como las baterías que ofrecen marcas como Tesla o EcoFlow. «Nuestras turbinas ayudarán a compensar sus necesidades de energía, descargándola en su sistema de almacenamiento cuando hay viento, tal como lo hace la energía solar cuando hay sol. Luego, utilizando inversores, la energía se extraerá de este sistema de almacenamiento para alimentar su hogar», explican.
A lo largo del último año, han llevado a cabo varias pruebas, pero todavía no disponen de clasificaciones oficiales de rendimiento y eficiencia de sus prototipos. Para ello, se han aliado con tres prestigiosas universidades estadounidenses de ingeniería que analizarán y estudiarán la tecnología de Harmony con todo detalle para ofrecer datos fiables y contrastados.
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