Sigo en estado de shock con el discurso de Luis Rubiales ante la Real Federación Española de Fútbol.

No solo no ha entendido nada de lo que ha pasado desde el domingo ni por qué ha ocurrido, no solo no dimite, sino que se siente una pobre víctima de una cacería.

«Se está ejecutando un asesinato social», así apareció Rubiales ante los socios de la federación: dando lecciones.

Puedo llegar a entender que todo el mundo tiene derecho a defenderse, pero he sentido un profundo bochorno al escuchar su discurso.

Y ha habido un momento especialmente duro.

«La igualdad no es diferenciar entre lo que dice el hombre y lo que dice la mujer, hay que diferenciar entre la verdad y la mentira. Vosotras sí sois feministas de verdad, no el falso feminismo que hay por ahí». Más lecciones, ahora de feminismo y utilizando a sus propias hijas. Y ese aplauso final. ¿En serio?