Sigo en estado de shock con el discurso de Luis Rubiales ante la Real Federación Española de Fútbol.
No solo no ha entendido nada de lo que ha pasado desde el domingo ni por qué ha ocurrido, no solo no dimite, sino que se siente una pobre víctima de una cacería.
«Se está ejecutando un asesinato social», así apareció Rubiales ante los socios de la federación: dando lecciones.
Puedo llegar a entender que todo el mundo tiene derecho a defenderse, pero he sentido un profundo bochorno al escuchar su discurso.
Y ha habido un momento especialmente duro.
«La igualdad no es diferenciar entre lo que dice el hombre y lo que dice la mujer, hay que diferenciar entre la verdad y la mentira. Vosotras sí sois feministas de verdad, no el falso feminismo que hay por ahí». Más lecciones, ahora de feminismo y utilizando a sus propias hijas. Y ese aplauso final. ¿En serio?
Vayamos a la parte de explicar su comportamiento la noche de la victoria en el Mundial:
Primero de por qué se agarró sus partes, ese gesto tan indecoroso y obsceno: «Me emocioné mucho hasta el punto de llevarme las manos ahí, cuando me dedicaste la victoria y en ese momento te hice esa señal de ‘¡Ole tus huevos!'». Algo entre Jorge Vilda y él, un código de “machitos” supongo. Pidió disculpas a la Casa Real y a todos por el gesto.
Y vamos a lo más importante. El beso a Jenni Hermoso: «Fue consentido y esta es la clave. Ella me levantó del suelo y nos abrazamos. Ella me acercó a su cuerpo. Y yo le dije ¿Un piquito? Y ella le dijo: vale». Claro que si porque cualquier jefe llevado por la gran alegría de un trabajo bien hecho llega a la empleada del mes de la empresa y le dice ¿Un piquito? Venga hombre…
El Consejo Superior de Deportes se reúne esta tarde con la inhabilitación de Rubiales encima de la mesa.
Explicamos a lo largo del programa por cuanto tiempo puede ser apartado del cargo, algo que se da por descontado, pero… ¿De verdad no ha preferido ahorrarnos a todos el espectáculo de esta mañana e irse con cierta elegancia y cierta dignidad?