Si Alberto Núñez Feijóo consigue ser investido presidente el próximo 27 de septiembre, a la semana siguiente deberá ya recibir en Granada a medio centenar de jefes de Estado o de Gobierno europeos. El líder popular, que no habla inglés y es consciente de sus lagunas en política internacional, deberá atender a los líderes de los 27 países de la Unión (reunión informal del Consejo) y a los 44 de la Comunidad Política Europea (que también asistirán a la ciudad española en su cita anual), además de países invitados. Su equipo, recién llegado y con un traspaso de carteras recién hecho o en proceso, debería acelerar al máximo para sacar el máximo partido a la reunión internacional.
Si, por el contrario y como es más probable, el candidato del PP no consigue los apoyos suficientes, será un Pedro Sánchez en funciones el que, como presidente del Consejo de la UE, se llevará una jugosa foto de estadista con los máximos dignatarios europeos con la Alhambra de fondo. Una reedición del éxito de imagen de la cumbre de la OTAN que podría aprovechar políticamente si finalmente hay repetición de elecciones en enero.
Francina Armengol, presidenta del Congreso, decidió este miércoles dar a Feijóo 34 días para negociar e intentar conseguir los votos para la investidura, cuya primera votación será el 26 de septiembre. Eso ha despejado a Sánchez un mes de septiembre cargado de citas internacionales de la máxima relevancia. Una agenda trepidante que llevará mejor sin la exigencia de tener que preparar un debate de investidura. Y que mostrará un presidente en funciones y eventual candidato que departe con mandatarios internacionales mientras Feijóo «mendiga» apoyos que no tiene y choca continuamente con el muro de su soledad parlamentaria, aseguran desde Moncloa.
La primera de las citas es la reunión de los países industrializados del G20, que se celebrará los días 9 y 10 de septiembre en Nueva Delhi (India). La segunda es la supercumbre de los 27 países de la Unión Europea con los 33 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que tendrá lugar en Santiago de Compostela el 15 y 16 de este mes. Termina el mes con una semana de Asamblea General en Nueva York. El debate general de los líderes globales comienza el 19 y termina el 23 de septiembre, sólo tres días antes de la primera votación de investidura.
El presidente en funciones debería asistir también al Parlamento Europeo el 12 de septiembre, pero aún no ha confirmado su asistencia, según fuentes conocedoras tanto de la UE como del Gobierno. Se trata de una presentación formal ante los legisladores europeos de las prioridades que España tiene para estos seis meses de presidencia del Consejo de la UE. Algo que realizan todos los presidentes rotatorios de la UE al comienzo de su mandato, y que ahora va ya dos meses y medio tarde. El Gobierno pidió a Bruselas posponer la cita al comienzo de la presidencia, porque coincidía con la campaña electoral. El Parlamento ya tiene reservado un hueco de tres horas en el Pleno que se celebrará ese día en Estrasburgo, y está a la espera de Moncloa para rehacer la agenda en caso de que Sánchez finalmente decline hablar ante los 755 eurodiputados y la presidente de la Comisión, Ursula von der Leyen.
El adelanto electoral decidido por Pedro Sánchez por sorpresa tras el batacazo en las autonómicas y locales de mayo trastocó la agenda de la presidencia española. Desde el Gobierno insistieron entonces en que el grueso de las tareas no se iban a ver afectados, entre otras cosas porque son los diplomáticos de la representación permanente en Bruselas y los ministerios los que llevan los preparativos de las decenas de citas por toda España que involucra el semestre. La oposición ha criticado, sin embargo, la pérdida de impulso político que supone que el presidente esté en funciones o en campaña en plena presidencia. Incluso en el escenario optimista de que Sánchez pueda ser investido a finales de octubre o principios de noviembre, el grueso del semestre, que termina en diciembre, habrá transcurrido en medio de la inestabilidad política de estos meses.
Hay una regla no escrita en Bruselas que dicta que el presidente del Consejo de la UE debe abstenerse de impulsar sus intereses, los de la agenda nacional, durante su semestre. Sin embargo, para conseguir el voto favorable de Junts a Francina Armengol para la presidencia del Congreso, el Gobierno ha pedido formalmente que la UE incluya en la agenda europea la inclusión del catalán, vasco y gallego como idiomas oficiales de la Unión. De hecho, se lo ha pedido a sí mismo. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, envió una carta “Para la Presidencia del Consejo de la Unión Europea”, es decir, al propio Pedro Sánchez, en la que solicitaba que se modificara el reglamento de los 27 para se incluyeran estas tres lenguas. Y metía prisas: en el texto se pedía que se iniciaran los trámites en el próximo Consejo de Asuntos Generales, el 17 de septiembre. Los independentistas subrayaban que era el momento de hacer esa petición precisamente porque Sánchez preside el Consejo. Carles Puigdemont dice que no se fía de Sánchez y quiere “pagos por adelantado”. Con esta carta urgente, se desatascó la negociación y el PSOE y Sumar ganaron el control de la mesa del Congreso.