En uno de los peores días para el deporte español, si no el peor, las campeonas del Mundo y otras mujeres futbolistas de varias generaciones y países, esta vez sí, se unieron para decir basta. Que por aquí no. Que ya no. Y cuando se juntaron, su voz fue tan fuerte que fueron imparables.
Es lo que debería haber sucedido hace un año. Pero las jugadoras, desprotegidas y algunas mal asesoradas, decidieron llevarlo internamente y no hablar sobre el tema. No podemos culparlas. A ellas no. Y hemos tenido que vivir un episodio vergonzoso, que eclipsó y prácticamente acabó con la euforia de un país entero tras conquistar el Mundial, para que muchos se hayan dado cuenta de que lo que pedían no era de niñatas ni de caprichosas. Que, como bien dice Mapi León, no era una pataleta. Siempre fue mucho más que Jorge Vilda, que “hacerle la cama al entrenador”. Fue toda la estructura del fútbol femenino de la Federación. Rubiales cumplió con algunas promesas, de mínimos y básicos, pero otras quedaron en el aire.
El discurso de Rubiales no fue una disculpa. O sí, pero solo para la Casa Real y todo aquel que se sintió ofendido cuando se agarró el presidente sus partes en el palco del estadio de Sídney, al lado de la Reina Letizia y de la Infanta Sofía. Lo del beso a Jenni Hermoso fue una justificación. Culpabilizó a la víctima y tergiversó el relato de los hechos. Habló de “falso feminismo” como “una lacra del país”, de “asesinato social” sobre su persona y de una campaña orquestada de los medios. Y, para más inri, se dirigió a sus hijas, que lloraban, para dar lástima y ponerse él en el rol de víctima.
Pero el bochorno histórico no fue solo por el mensaje del presidente. Sino, también, por todos los presentes -y no presentes- que le aplaudieron. Por Jorge Vilda y por Luis de la Fuente. Por los presidentes de varias federaciones territoriales. Por varios asambleístas. Por los que no se posicionaron. Porque no hacerlo es ser cómplices.
En un día como hoy, también, los echo en falta a ellos, los futbolistas, que tienen seguramente el altavoz más grande para denunciar lo que ha vivido una compañera suya de profesión. Lo hicieron los de siempre. Borja Iglesias, Héctor Bellerín, Aitor Ruibal, Sergi Roberto, David de Gea e Isco Alarcón. El fútbol es una herramienta capaz de mover el mundo más que cualquier otra, como dice el célebre escritor y periodista John Carlin. Y solo si se utiliza bien y con responsabilidad podremos avanzar como sociedad.