La intrigante fachada de la zapatería brutalista —dos puertas de cristal encajonadas en piezas de mármol verde, gris y anaranjado— estuvo tapiada muchos años, escondida y de espaldas al mundo. El dueño quería alquilar el local, pero no encontraba a nadie que fuera a respetarlo. «Todo el que se interesaba era para destruirlo. Para poner, por ejemplo, una pizzería, todo lo que sean mármoles molestan: lo quieren diáfano y de pladur», recuerda uno de los agentes inmobiliarios que la comercializó, sin éxito, hace ahora una década. «En principio, Manuel Losada quería el local para poner algo muy especial. Pero al final se le pasó la idea. Y no estaba muy por la labor de alquilarlo a alguien que se lo cargara. Por eso ha estado tanto tiempo parado».
En el año 1987 Losada, un empresario del calzado, encargó al arquitecto Francisco Alonso de Santos la reforma del local del número 55 de Jorge Juan, una de las calles más exclusivas de Madrid. «Quería una zapatería de postín», recuerda Carlos Pita, arquitecto y amigo de Alonso. El arquitecto creó un elegante espacio con piezas de mármol, maderas macizas, mesas y espejos, como si de una galería de arte se tratara. «Es una obra excepcional, una absoluta joya», añade la también arquitecta Concepción García. «Es como un puzzle. Son piezas montadas una sobre otra, sin cemento entre ellas. Es un proyecto tectónico único».
Sin embargo, por razones que se desconocen, Losada nunca llegó a abrir su local, lo que terminó convirtiéndolo en una especie de mito entre arquitectos. «Francisco Alonso de Santos es un maestro. Un personaje muy importante y peculiar que trabajó con Alejandro de la Sota, con Francisco Javier Sáinz de Oíza en la torre del Banco Bilbao Vizcaya y que ha sido reconocido internacionalmente en las bienales de Venecia», continúa Pita. «Nadie pudo visitar la zapatería mientras estuvo sellada, solo había un par de fotos publicadas, se decía que Oíza había pasado por ahí durante la obra… Por eso se convirtió en una leyenda».
Treinta años después, en 2017, la Escuela de Arquitectura de Toledo llegó a un acuerdo con Losada para utilizar el local como espacio de actividades académicas y culturales. «Se volvió a abrir. Y como la tumba de Tutankamon: estaba como el primer día. Se convirtió en un espacio de peregrinación. Recibía visitas internacionales», recuerda Pita. «Es una obra muy importante que tiene Madrid. Recuerdo que vino una gurú milanesa, la galerista Rosana Orlandi, y dijo que había que llevársela piedra a piedra para Milán. El sitio es realmente un monumento».
Pero la alegría por su reapertura no duró mucho. En 2021, el propietario finalizó el acuerdo con la escuela de Toledo y la puso en venta. The Sibarist, una de las inmobiliarias que la comercializó, aún tiene colgado el anuncio y el precio de salida: 875.000 euros. La operación no la hicieron ellos, pero se cerró a finales de julio. A las pocas semanas, un vecino se enteró, se lo comunicó al presidente de la comunidad del edificio y, juntos, llamaron preocupados al arquitecto. No solo porque se hubiera vendido, sino porque a través del administrador de la finca supieron que los nuevos propietarios quieren desmantelar la fachada y hacer obras.
«Cuando nos enteramos, saltaron todas las alarmas», dice García, también amiga de Francisco [Paco] Alonso. «Paco se pone histérico. Cualquier alteración de las piezas significa la demolición del proyecto. Es como si al Guernica le quitas un perfil. Aun así, es muy difícil de desmontar toda esa estructura pétrea porque forma parte de la consolidación estructural del edificio. Pero si van a hacer oficinas, la van a tocar».
El propietario: un ex directivo de Inditex y Coca Cola
El comprador, según la información registral a la que ha accedido EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, es Manuel Rodríguez Aseijas, ex directivo de Coca Cola, Inditex y ex vicepresidente del Grupo Iberoamericano de Fomento. Junto a él está Ximena Alborta, una empresaria boliviana dedicada al sector de la moda. Ambos constituyeron una sociedad al tiempo de comprar el inmueble bajo la que operarán la franquicia inmobiliaria Coldwell Banker, según se desprende de la información publicada en Linkedin por Rodríguez Aseijas y la directora de la multinacional en España.
Contactada por este periódico, Alborta asegura no saber qué obras se van a llevar a cabo en el local. Han contratado a un arquitecto, comenta, que es quien tiene toda la información. Al cierre de este artículo, sin embargo, ni la empresaria ni su socio habían proporcionado más datos. Los amigos arquitectos de Francisco Alonso están intentando recabar más datos del Ayuntamiento de Madrid sobre qué tipo de licencia de obra tienen. Este diario también ha preguntado al área de Urbanismo, sin haber recibido la información por el momento. En las webs de licencias municipales aún no aparece ninguna obra programada.
Sobre la zapatería brutalista se dan dos circunstancias que, en caso de que los nuevos dueños fueran adelante con los cambios, podrían salvarla. La primera: que hay iniciado un expediente para protegerla. «En 2021 activamos la protección del local como bien de interés cultural», dice Pita. «Desde el Colegio de Arquitectos de Galicia se consiguió que el Consejo Superior de Arquitectos de España, con apoyo del Colegio de Arquitectos de Madrid, iniciara el expediente. Se solicitó al Ayuntamiento de Madrid que lo integrara dentro del catálogo de protección». El director general de Vivienda y Rehabilitación de la Comunidad de Madrid avaló la solicitud, según ha podido comprobar este diario, y se la trasladó al Ayuntamiento, pero este aún no la ha ejecutado. «Estas cosas van despacio», reconoce Pita. Por otro lado, la fachada del edificio está protegida entera, de modo que los nuevos dueños tendrían que pasar por la comisión de patrimonio para hacer cualquier cambio.
«Lo importante es que el local es arquitectura de primer orden», concluye el arquitecto Pita. «Paco no es un arquitecto estrella, es una figura más bien mítica y legendaria. Llevamos con esto muchísimo tiempo, pero ahora, de repente, se ha convertido en una urgencia».