Con linternas de cabeza para tener las manos libres, una curiosa expedición de vendimiadores salen de madrugada (“pola fresca”, como dirían sus abuelos, aguerridos agricultores) en Vilamartín de Valdeorras (Ourense). Esa localidad lleva dos días acaparando titulares por sus temperaturas, más propias de Arizona que de Galicia: casi 43 grados.

Las uvas no esperan. Pero las duras labores de recolección de los frutos que brindarán luego vinos godellos, no está exenta de sudores. Y, bajo el sol más tórrido del año, se convierte en misión imposible. Teresa López Fidalgo, de la pequeña bodega O Cabalín, junto a otros nueve vendimiadores, han tirado de ingenio y salen a los viñedos de madrugada. Antes de que amanezca, a las seis de la madrugada, trabajan burlando el aplastante bochorno de esta segunda ola de calor en Galicia. Así, hasta las once. “Hoy ya hace un calor horrible”, confesaba ayer la bodeguera valdeorresa cuando el reloj aún no pasaba de las diez de la mañana. Era el turno del tinto.

Otros empresarios del vino también establecen turnos estos días: paran en las horas centrales y vuelven al ponerse el sol. Y, también, bodegas de las denominaciones de origen Ribeiro y Ribeira Sacra pidieron adelantar ya los trabajos de la vendimia.

Pero no son las únicas labores agrícolas afectadas por las tórridas temperaturas En las granjas se hace complicado trabajar por encima de los treinta grados. Al sofocante aire cálido que expele la maquinaria se suma el termostato natural de los animales, que sufren mucho el alza de las temperaturas e incluso se resienten en la producción de leche, según desvelan desde Unións Agrarias. Otro de los trabajos que se desarrolla en los núcleos rurales de Galicia en estas fechas, el ensilado de hierba seca que servirá de alimento para los animales durante todo el año, ya se realiza tradicionalmente en horas nocturnas.

La construcción y el campo madrugan para esquivar el sol

Pero, sin duda, donde la sensación de calor es más aplastante es entre los altos edificios y el hormigón de las ciudades –estudios recientes pusieron de relieve que el asfalto eleva la sensación térmica de calor en más de un grado–. Y ahí, cada día de la semana, acuden a trabajar decenas de operarios de obras.

Un reciente Real Decreto obliga a adaptar las condiciones de trabajo –o incluso prohibirlas–, cuando se den olas de calor y no se pueda asegurar la protección de las personas trabajadoras. Se trata de los trabajos al aire libre, cuando se registren avisos de fenómenos meteorológicos adversos de nivel naranja o rojo; es decir, como los vividos estos días. Y bien, ¿se cumple? Desde la Consellería de Emprego explican que no tienen competencias en inspección en esta materia, puesto que estas recaen en el Ministerio de Trabajo, pero sí realizan recomendaciones para la adaptación de protocolos, en los que juega un papel crucial el ISSGA.

Ayer mismo, desde una obra pública en la ciudad de Vigo –donde no había aviso naranja y, por tanto, tampoco obligación de restringir los trabajos– Marcial y David, compañeros de cuadrilla, reconocían que combatían la jornada a pie de asfalto con calor, resignación “y mucha agua”. “Es importante hidratarse bien, estos días el calor es agotador, pero trabajar hay que trabajar”, expresaban a FARO.

La construcción madruga para esquivar el sol


Dentro de los protocolos

El presidente de la Federación Gallega de la Construcción, Diego Vázquez, consultado sobre esta temática, se mostró tajante: “Aplicamos esa normativa con las alertas y avisos de calor que nos envía la Xunta, está totalmente dentro de los protocolos”. Afortunadamente para todo el tejido de la construcción las olas de calor y los episodios que sobrepasan los 35º –como esta semana– son anecdóticos en Galicia. Y en ese caso, los empresarios pueden optar por adaptar la jornada, a horarios más vespertinos, o matutinos, por ejemplo (evitando las horas centrales del día), o optar por aplicar una jornada intensiva. “Si la situación es más grave, incluso se pueden detener los trabajos, paralizarse”, asegura Vázquez. Eso sí, aún no se ha registrado un episodio de este tipo a lo largo de esta semana en Galicia. “No es lo habitual y esa normativa está más adaptada en otras latitudes que sufren más tiempo olas de calor”, asegura Diego Vázquez. “En Pontevedra, el sector de la construcción ya aprobó la jornada intensiva por convenio para el mes de julio”, contextualiza. “También en trabajos como los asfaltados es habitual pactar esa solución”, añade.

Aún sin haber reseñado denuncias en estos días, el secretario nacional de la Federación de construcción de la CIG, Plácido Valencia, tiene una opinión algo discordante. “No le veo sentido en lugares como Ourense, con muchos días en los que se superan los 37º, a que la solución sea la jornada intensiva, porque si los operarios trabajan de 7 a 3 de la tarde, están expuestos al sol al mediodía”, razona. A la contra de la adaptación horaria en la construcción juegan, en ocasiones, normativas municipales contra los ruidos o el tránsito de vehículos pesados, por ejemplo. “Aquí esta semana hubo trabajadores a las cuatro de la tarde pintando pasos de cebra”, añade Valencia. Asimismo, el sindicalista no descarta comentar en la inspección de Trabajo la mejor fórmula para adaptar esos trabajos. Tratar de evitar el calor intenso en estos días se antoja complicado… pero las predicciones meteorológicas apuntan a que hoy el tiempo dará un respiro a todos los que no trabajan a la sombra.

El calor puede provocar el desgaste de las relaciones interpersonales

Más discusiones, más irritabilidad y, como consecuencia, una mayor probabilidad de que se deterioren las relaciones. Estos son los riesgos que el calor puede suponer para los vínculos interpersonales, ya sean de pareja, familiares o de amistad. “Las altas temperaturas hacen que nuestro cerebro no se encuentre en buena disposición para pensar”, indica Julio García Gómez, experto en comunicación social de la Fundación Casaverde. Sostiene que, cuantos más grados marque el termómetro, más costará comunicarse de manera fluida. “La falta de sueño y el cambio de hábitos y de costumbre que conlleva el verano nos pueden volver antipáticos e hipersensibles a los demás”, continúa. Para paliar los efectos recomienda, primero, “organizar antes de que comience la jornada los temas a tratar durante el día, tanto en el ámbito familiar como en el laboral”. Los asuntos “serios” se resolverán antes si se hablan en los momentos más frescos del día, como las primeras horas da la mañana y las últimas de la noche. Luego, utilizar mensajes cortos y directos ayuda a no “sofocar” al interlocutor. “Se trata de aprender a dar titulares para evitar el desgaste”, explica el experto, que también recomienda reducir el uso de la mensajería instantánea.