Japón comienza el vertido de agua de la central nuclear de Fukushima al océano Pacífico, generando fuertes críticas por parte de China.

Japón desata controversia con la liberación del agua de Fukushima

El proceso de vertido de agua diluida procedente de los reactores nucleares de Fukushima se inició a primera hora del jueves, causando tensiones en la comunidad internacional. Tokyo Electric Power (Tepco), entidad operadora de la planta, ha indicado que el líquido contiene 63 becquereles de tritio por litro, cifra que se encuentra por debajo del límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El proyecto de eliminación de esta agua, que tiene una duración proyectada de 30 años, ha sido objeto de debate debido a las inquietudes sobre las propiedades radiactivas de las aguas residuales. No obstante, se ha aclarado que el agua ha sido debidamente diluida para garantizar su inocuidad.

Aproximadamente un millón de toneladas de agua contaminada del reactor ha sido almacenada por Tepco durante años, antes de que se llegara a la decisión de realizar un vertido controlado al océano.

Reacción de China ante el vertido

China ha expresado su fuerte oposición al vertido, calificándolo de “acto egoísta e irresponsable”. Las autoridades chinas han argumentado que el océano es un recurso compartido y que el vertido perjudica el interés público mundial.

Adicionalmente, China ha hecho gestiones oficiales ante Japón, solicitando la detención inmediata de este acto. Estas acciones evidencian la tensión que este tema ha generado entre ambos países.

Hong Kong, por su parte, ha implementado prohibiciones a la importación de mariscos procedentes de varias regiones japonesas tras el inicio del vertido.

Ecologistas y sector pesquero en contra

A pesar de las garantías científicas sobre la baja concentración de material radiactivo en el agua, grupos ecologistas y organizaciones pesqueras han mostrado su desacuerdo con el vertido. Han cuestionado la liberación del líquido al mar, incluso cuando los expertos insisten en que el riesgo de contaminación es mínimo.

El agua será tratada para reducir 40 veces su concentración radiactiva antes de ser liberada, buscando minimizar los riesgos.

El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha respaldado las acciones de Japón, asegurando que las actividades se ajustan a las normas internacionales de seguridad.