Reunirse para beber y abandonar las botellas de cerveza en la muralla medieval de Lorca se ha convertido en una costumbre, según ha denunciado la asociación ‘Lorca por su Patrimonio Cultural’. Al margen de molestias para los vecinos como ruido, orines o vómitos, este colectivo advierte de los daños al patrimonio que puede causar la práctica del ‘botellón’ en esta zona.
La muralla está declarada Bien de Interés Cultural y, por tanto,“está protegida con el máximo grado”, han asegurado. Esta asociación recuerda que quienes incumplan la normativa se enfrentan “a multas y penas en función de la gravedad del hecho”, que, han alertado, está llegando al extremo de “dañar y romper elementos de la muralla, del Porche de San Antonio y de la antigua Puerta del Oro».
“Es habitual encontrar los cristales de seguridad de algunas de las zonas de la muralla partidos o los cables de la baranda del antiguo paseo de ronda rotos y descolgados”, han denunciado desde ‘Lorca por su Patrimonio Cultural’. Acciones que no son nuevas sino que vienen sucediéndose desde hace años, por lo que este colectivo ha reiterado su petición de colocar cámaras de seguridad que protejan tanto a vecinos como al patrimonio, y que permitan identificar a los autores de los destrozos.
La muralla medieval de Lorca fue levantada por los andalusíes en el siglo XI, siendo posteriormente modificada y completada en los siglos XII y XIII. Estaba jalonada por torres y puertas que defendían la ciudad de ataques a la vez que servía para recaudar impuestos, entre otras funciones. De todas sus puertas, se conserva la del Porche de San Antonio, restaurada por última vez en el año 2012 con un presupuesto de 89.503 euros. En 2022, el Ayuntamiento invirtió otros 17.000 euros en labores de reparación, preservación y puesta en valor del monumento, ya que el porche se vio muy afectado por la humedad y por las copiosas lluvias de aquel año.
Dada su gran significancia, ‘Lorca por su Patrimonio Cultural’ ha vuelto a solicitar que el Ayuntamiento, propietario del conjunto monumental, y quien debe mantenerlo en óptimas condiciones, vele por su conservación. Dentro de las medidas a adoptar −dicen desde la Asociación− “quizá lo más eficaz sea ofrecer alternativas de ocio a los jóvenes” en lugares que “no pongan en riesgo el patrimonio artístico e histórico de todos”.