La selección femenina de fútbol disfruta de horas de vino y rosas tras los días de furia vividos en los últimos tiempos. El título de campeonas del mundo parece haber apacigüado el ambiente guerracivilista que se vivía en el seno del equipo cuando embarcó para Nueva Zelanda hace 40 días. Las victorias han servido de sedante para un grupo en el que las posturas entre Jorge Vilda y las jugadoras se han templado, aunque hay casos en los que el distanciamiento sigue vigente.
Triunfador con seis ‘rebeldes’
La inclusión en la lista final de seis de las 18 rebeldes (Jenni Hermoso, Irene Paredes, Alexia Putellas, Aitana Bonmatí, Ona Batlle y Mariona Caldentey) resultó decisiva para obtener el logro histórico, y el seleccionador ha apostado por mantener un perfil bajo y acercarse a estas jugadoras, tratando de dar un portazo a lo ocurrido anteriormente. Al menos con ellas. Jorge Vilda, cuya valía fue cuestionada por las jugadoras, sale triunfador de este envite después de tomar decisiones de relevancia durante el torneo que han resultado fundamentales para la consecución del Mundial. Y ahora mismo ni jugadoras ni prensa cuestionan su jerarquía después de someter en la final incluso a una Inglaterra dirigida por la brillante seleccionadora Sarina Weigman.
En este contexto, se reabre la incógnita sobre el futuro de Vilda, que antes de la Eurocopa de 2022 renovó su contrato con la Federación hasta 2024. La intención de Luis Rubiales, que siempre ha apoyado al madrileño, más aún durante la crisis por el motín de las jugadoras, sigue siendo mantenerle en el cargo de seleccionador. Especialmente ahora tras ser señalado como uno de los triunfadores del Mundial por su gestión de la crisis y del grupo en estos meses. «Me alegro mucho por Jorge porque hemos pasado momentos muy difíciles y han sabido reponerse a ellos. Nuestro seleccionador ha realizado una tarea espectacular en este Mundial. Es uno de los grandes artífices de esto junto a las jugadoras. Un 10 para todos», advertía un eufórico Rubiales horas después de que España ganase el Mundial.
La idea de la Federación es renovar el contrato de Vilda por otros cuatro años en el momento que puedan sentarse a rubricar el acuerdo. Sin embargo, el madrileño han preferido aparcar ese tema cada vez que se lo han sacado y centrarse en el presente. Tiene contrato por un año más y no tiene prisa por renovarlo. Vilda es seleccionador y director técnico del fútbol femenino, una doble condición que le permite capitalizar el diseño del crecimiento del fútbol femenino federativo en España, con las selecciones y la promoción de este deporte entre las niñas en los colegios y clubes.
Inquietud en la Federación
En la Federación hay cierta inquietud por la actitud relajada de Vilda, que tiene la sartén por el mango. Hay voces en despachos muy relevantes que advierten que Vilda podría estar pensándose dar un paso al lado para dejar la selección en lo más alto tras la consecución de este título en el Mundial. Jorge fue nombrado seleccionador nacional femenino en 2015 sustituyendo a Ignacio Quereda, quien dimitió tras 27 años en el cargo. Y ahora, tras ocho años, podría concluir su mandato en 2024 con la tranquilidad de haber dirigido una gesta histórica en el fútbol español.
Esos misma voces apuntan que el seleccionador podría mantener su condición de director técnico del fútbol femenino de la Federación, para seguir siendo el hombre fuerte de Luis Rubiales en este área, pero podría dejar el banquillo de la selección a otra persona que él mismo designaría. Alguien de su confianza que incluso podría pertenecer a la estructura federativa que ya gobierna el propio Vilda. Con ello podría dedicarse a trabajar para patronear el crecimiento del fútbol femenino en España después de este Mundial conseguido con él en el banquillo, apostando además por alguien afín para sustituirle.
Vilda ha abandonado el gesto serio y desafiante de los primeros meses de la crisis del vestuario para ofrecer una cara más amistosa en los últimos tiempos. No ha realizado declaraciones fuera de tono, pese a ser duramente atacado por medios y periodistas en esta guerra con las jugadoras, y en las fiestas de la consecución del título incluso se ha mantenido en un discreto segundo plano, como en el autobús descapotable que recorrió las calles de Madrid en el que prefirió quedarse abajo y ceder todo el protagonismos a las futbolistas.
Actitud que terminó con un discurso conciliador ante los aficionados, que sus detractores ven como parte de una estrategia, en el que hizo partícipe del título a las jugadoras que se quedaron en tierra, lo que se entendió también como un gesto para enterrar el hacha de guerra: «Quiero acordarme de todas las jugadoras que no han podido estar en este Mundial. Jugadoras que empezaron, que se han sacrificado y nos han ayudado. Va por ellas también. Todo el staff, el cuerpo técnico, la delegación… El presidente, que ha sido como uno más. Va por todos vosotros, pero sin todas estas jugadoras, estas estrellas, no seríamos campeones del mundo».
Palmarés o legado, el dilema
El futuro de Vilda solo lo conoce él. Jorge decidirá si se mantiene en el banquillo para hacer crecer el palmarés de la selección o se refugia en los despachos para tratar de crear un legado en el futbolístico femenino nacional. Nadie contempla una salida para probar suerte en un club, ya sea femenino o masculino. Ni siquiera Rubiales sabe lo que el seleccionador tiene en la cabeza. Pero a día de hoy en la Federación la única certeza que existe es que, esta vez sí, Jorge Vilda tiene la sartén por el mango.