Una vez oídos los grupos políticos con representación parlamentaria que han decidido acudir a las preceptivas consultas con el Rey y de acuerdo con lo que establece la Constitución, el monarca ha trasladado a la presidenta del Congreso su propuesta de candidato y, ciñéndose a la tradición, aunque no está escrito en ninguna parte que deba ser así, ha propuesto como candidato a la presidencia al ganador de las elecciones, el popular Alberto Núñez Feijóo, quien había trasladado en dichas consultas su predisposición a someterse a la investidura.
Mucho se había especulado acerca del papel del Rey habida cuenta que el resultado de las elecciones genera muchas incertidumbres respecto a una investidura exitosa. Su decisión no ha sorprendido. Más que la «costumbre» a que se ha acogido el Rey a falta de una mayoría alternativa, lo más significativo es que, de momento, Núñez Feijoo es el candidato que cuenta con más apoyos confirmados. Los de su grupo, los de Vox, los de UPN y los de CC, y así se lo han trasladado sus representantes al jefe del Estado. No parece, sin embargo, que esté en disposición de reunir los apoyos necesarios para lograr la investidura, ya que el único grupo ideológicamente conectado con el que eventualmente podría contar para armar una mayoría, como así ha sucedido en el pasado, el PNV, ha rechazado cualquier posibilidad de entendimiento. Por ello, y dada esta aritmética imposible, existía la posibilidad de que el Rey propusiese como candidato al presidente del gobierno en funciones, Pedro Sánchez, cuyo partido, a pesar de haber quedado en segunda posición en las elecciones, podría lograr una mayoría como así quedó demostrado en la elección de la presidencia del Congreso. No obstante, esa eventual mayoría solo es una posibilidad y el Rey no ha podido conocer de primera mano cuál era la opinión de algunos de los grupos que eventualmente podrían apoyar a Sánchez ya que ni ERC, ni Junts per Catalunya, ni el BNG ni Bildu, haciendo una ostentosa dejación de funciones, han acudido a las consultas de modo que esos apoyos aún hipotéticos no podían hacerse valer para decantar la propuesta.
El Rey ha actuado de acuerdo con lo que establece el mandato constitucional proponiendo al candidato que hoy por hoy cuenta con más apoyos, aunque sus posibilidades de ser elegido son remotas, a menos que el PNV decida en segunda vuelta abstenerse. Su propuesta permite activar el calendario legal y se evita una situación de bloqueo como la que se vivió en 2015 cuando Mariano Rajoy, ganador de las elecciones, renunció a la investidura y como consecuencia de ello la propuesta de candidato se alargó, hasta llegar a la repetición de las elecciones que permitieron superar la parálisis. Se conjura así un inasumible bloqueo y se incentiva la puesta en marcha de las negociaciones políticas que pueden desembocar en una investidura aunque ello no está en absoluto garantizado ya que las condiciones que plantean algunos de los grupos necesarios como Junts per Catalunya y ERC son difíciles de asumir en su versión de máximos para el PSOE. Por ello, incluso llegado el caso de que esas conversaciones no prosperen y a la espera de que se decida la fecha del debate de investidura, ya existe la certeza, hasta hoy nada clara, de que la posible repetición de elecciones tendría lugar antes de las Navidades.