- Madrid II: nido de jóvenes violentos
- El caldo de cultivo del caos magrebí: costumbres diferentes y descuidos familiares
- Autolesiones como ‘calmante’
- La Administración, señalada
La pelea del pasado sábado 19 de agosto, tuvo a jóvenes latinos y magrebíes como responsables de un escándalo que cada vez es más frecuente entre las paredes de la penitenciaría de Alcalá Meco.
Dicen ciertos funcionarios a Confidencial Digital que los magrebíes de menor edad cortan el bacalao entre los reclusos y, a posteriori, guisan un altercado. Algo que tiene a los trabajadores con el alma en vilo y así lo han exteriorizado en la nota de prensa que emitieron el pasado fin de semana desde ACAIP.
El comunicado, obra de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP) -sindicato mayoritario en el sector-, reza que los internos menos veteranos manifiestan un comportamiento muy conflictivo, amén de suponer un riesgo para una nómina de trabajadores escasa.
Los funcionarios por su parte, sin voluntad alguna de tropezar con estereotipos racistas, analizan en profundidad: son los magrebíes, especialmente, aquellos que suponen un “problema de convivencia”. Más precisamente en el módulo 2, donde se produjo la reciente batalla contra los latinos que se resolvió con una decena de participantes en aislamiento.
Madrid II: nido de jóvenes violentos
Madrid II, como se conoce también al centro, guarece entre sus rejas a casi un tercio de los menores de 21 años de todas las cárceles españolas -103 de un global de 357 según los datos de 2022 facilitados por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (SGIP)-.
Asimismo, esto provoca que su idiosincrasia sea muy distinta a la de las demás, tanto a nivel nacional como continental. En Alcalá Meco las riñas están a la orden del día, provocadas por ese segmento de población presa más bisoña -con la lupa en los magrebíes y latinos-, condenados por su “falta de arraigo o escaso control de la impulsividad”, conforme a la visión de ACAIP.
Según ha podido saber ECD por fuentes internas de la prisión, en el 2021, se contabilizaron 103 peleas, mientras que el pasado año ascendieron a 165 -propiciando un incremento de más del 50%-.
“La tónica habitual es que las agresiones se produzcan entre ellos”, confiesan los funcionarios. Y, no es para menos, los testimonios poseen cada vez más visos de convertirse en una realidad: Alcalá Meco entra en el ranking de penitenciarías donde se registran más trifulcas entre internos en toda España.
El caldo de cultivo del caos magrebí: costumbres diferentes y descuidos familiares
Los datos ofrecidos por el Gobierno exponen que en las prisiones españolas hay más de 12.500 extranjeros, de los cuales aproximadamente el 30% son magrebíes, es decir, más de 4.000. En el penal de Madrid II, de los 103 menores de 21 años, en torno al 60% pertenecen al grupo norteafricano.
Se apunta desde la cárcel que, paulatinamente, “ha ido creciendo el número de internos de esta procedencia”. Confirman que a principios de siglo XXI no había tanta presencia magrebí, desembocando en que no se unieran tanto, y por ende, “no existían tantos conflictos”. No obstante, también subrayan que, independientemente de este fenómeno, los jóvenes, sea cual sea su etnia, siempre han sido los más “rebeldes, de sangre caliente”.
Ahora bien, las costumbres religiosas que conlleva el Islam o el desarraigo social y familiar que sufren los magrebíes se antojan como los ingredientes claves para el alborotado cóctel que existe en Alcalá Meco. Informan de que muchos viven la mohína situación de “no tener familia en España”, y es que además, la mayoría de ellos “empieza en centros de menores para luego acabar entre rejas”.
Autolesiones como ‘calmante’
Lo llaman “chinarse”. En la calle multitud de chavales entenderán dicho verbo como la acción de quemarse con un cigarro. En las cárceles, es diferente: se trata de una tendencia habitual entre los presos jóvenes que implica autolesionarse brazos y piernas con cuchillas.
El sábado tras la revuelta ocurrida, volvió a ocurrir: dos jóvenes se cortaron y hubo que atenderlos en enfermería. Los funcionarios, atónitos ante semejantes hechos, intuyen que la “presión, los nervios y ser impulsivos”, así como llevarlo a cabo en “señal de protesta” los hacen llegar a estos puntos. No obstante, matando el gusanillo de la curiosidad, a menudo preguntan el motivo.
Muchos de los presos afirman que se “calman”. La reacción, por parte de los funcionarios, desconcertados, les provoca entrar en un bucle de incógnitas, ya que no consiguen descifrar cómo puede vincularse la autolesión con la relajación.
La Administración, señalada
Efectivamente, es la “diligencia y profesionalidad de los funcionarios”, antípoda de la inacción de los gestores penitenciarios -responsables de un caos que no pasa desapercibido para los sindicatos como ACAIP-, la que sostiene la paz en la prisión.
La agrupación reclama que se produzcan “traslados a centros más modernos”, debido a que la gran cantidad de jóvenes que atesora Alcalá Meco requiere una atención especial. “Tener el tiempo ocupado en más actividades y talleres con trabajadores sociales, así como estar en centros cuya infraestructura reúna las condiciones idóneas para albergar a este tipo de internos sería imprescindible”.
Exasperados, trabajadores del centro creen que “tampoco se exigen barbaridades”, y achacan a la antigüedad del edificio o la escasez de material y personal -con un déficit de 98 funcionarios en relación a la vigente RPT provocando el mayor desajuste de las cárceles madrileñas-, como otros motivos del “problema de convivencia” generado por la conflictividad de Madrid II.