Javi Calleja pide prudencia e insiste en que a la plantilla todavía le quedan muchos conceptos que asimilar, pero la carta de presentación del Levante, una semana después de su dubitativo estreno en Lezama y con caras nuevas sobre el terreno de juego que aún no debutaron como granotas, invita al optimismo en el Ciutat de València. Pese a la gran cantidad de cambios que ha sufrido el equipo, el nuevo Levante mostró brotes verdes contra el Burgos sobre los que confiar en un objetivo que, pese a que no se diga a viva voz en las profundidades del barrio de Orriols, es el de ascender a Primera.
Si al equipo de la temporada pasada se le acusó de conservador, el nuevo combinado de Javi Calleja dejó atrás lo que jugó en su contra el año anterior y actuó sin miedo, dándole sentido a la verticalidad y acumulando muchos hombres en campo contrario. Su puesta en escena en el Ciutat de València, ante un Burgos que fue la antísesis de lo que desprendió durante la 22/23, se labró mediante una ambición que se reflejó en las estadísticas del encuentro. Igualada la posesión entre ambos equipos, el Levante tiró entre los tres palos en 11 ocasiones, no le entró el nerviosismo cuando se vio por debajo en el marcador y, una vez se puso por delante, fue a ampliar su ventaja en el luminoso.
Además, desde un esquema poco habitual con tres centrales en la retaguardia, pero con dos carrileros, ocupados por Álex Valle y Andrés García, que le dieron ventajas y velocidad a un juego que agradó en las gradas de Orriols. Calleja aseguró que el 3-5-2 no será su dibujo habitual, ya que suele «cambiar bastante de sistema», aunque «no de idea». No en vano, el técnico sabe lo que quiere. «Generamos desde el principio con juego ofensivo y también desde las bandas. El equipo debe tener clara su identidad e imponerla en cada encuentro», dijo el técnico.