En el área de Traumatología del Hospital Servet, los termómetros marcaban hoy los 32,5 grados. Solo había que echar un vistazo por la novena planta para darse cuenta del problema. La imagen dominante era una marea de abanicos moviéndose en las manos de los familiares, que (en vano) buscaban refrescarse antes de entrar de nuevo a las habitaciones.

La ola de calor se ha dejado notar estos días en Zaragoza, sobre todo en las habitaciones del Servet donde el sol pega durante toda la tarde. Rosa lleva desde el viernes haciéndole compañía a su madre por las tardes a más de 30 grados. «Nos han dicho que no se puede poner más fuerte el aire por el tema del cambio climático»», explicaba la mujer mientras se abanica para aliviar su sofoco.

Proteger el planeta y el medio ambiente es importante en el hospital Servet. O así lo señalan en los carteles colgados por la clínica: «Regula el aire acondicionado a valores próximos a 27 grados en verano. Cuida el planeta, cuida la casa de todos». Una conciencia que a Rosa le parece «fenomenal», pero «¡es que no estamos a 27 grados, por el amor de Dios!».

Sin duda, para la familiar, así «no se puede estar». Por ello, para mejorar las condiciones en la habitación donde descansa su madre «le he traído un ventilador de casa, porque así la pobre no puede estar».

Unas habitaciones más a la derecha, otro familiar recurría a la misma técnica que Rosa: «Fui de propio a comprarle un ventilador a mi mujer», explicaba Juan. Él lleva más de una semana en el hospital y asegura que «este problema lleva así desde el jueves». Ese mismo día, Zaragoza activaba el plan frente a la ola de calor.

En la puerta, asomada al pasillo abanicándose (como la gran mayoría), Carmen expresaba su enfado ante las condiciones en las que estaba su padre: «Se supone que con temperaturas superiores a 24 grados uno ya no puede descansar, por lo que tener así a los pacientes no sé yo si es lo más conveniente».

Ante las quejas y réplicas, los trabajadores de la planta solo podían repetir que, al estar en la azotea, con el sol dando toda la tarde «es normal que haga un poco más de calor». Aunque, esos cinco grados de más por encima de lo aconsejado (para ser energéticamente verdes), son los pacientes los que lo sufren. «Ellos tienen que estar todo el día en la cama, es una barbaridad», señalaba Rosa.

Aunque todo depende de la zona en la que esté ubicada el paciente. Porque, en los dormitorios del mismo pasillo que no dan al exterior, «no se nota casi el calor», aseguraba una de las visitas.

Paula, enfermera en Cardiología , confirmaba esta diferencia climatológica por zonas, porque «¡en mi planta pasamos hasta frío!». Un hecho que se nota nada más entrar al hospital, donde una ola de aire frío recibe a los ciudadanos que llegan sufriendo los 40 grados de la calle. Pero, como todo lo bueno, el fresco dura poco porque conforme el ascensor va subiendo a las plantas más altas del hospital, los grados aumentan por minutos.

Desde la DGA, las fuentes oficiales han guardado silencio ante las preguntas de EL PERIÓDICO. Pero, sea un caso puntual por las temperaturas extremas de estos días, o lo normal porque «el sol pega toda la tarde», lo que está claro es que los pacientes sobreviven desde sus camas a más de 32 grados. Sin solución, más allá de los ventiladores que les acercan los familiares y visitas, solo les queda esperar a que en Zaragoza vuelva a refresca