Distinto líder, mismas políticas. A pesar de su perfil aparentemente moderado, la llegada de Rishi Sunak a Downing Street no ha cambiado un ápice la hoja de ruta fijada por Boris Johnson en la campaña para las elecciones generales de 2019, en las que los ‘tories’ obtuvieron una aplastante mayoría, y que puso como una de sus principales prioridades acabar con la llegada irregular de inmigrantes al Reino Unido. Una propuesta que ha evidenciado el giro del Partido Conservador hacia la derecha radical y que ha dejado al sector más moderado de la formación, representado en su día por el exprimer ministro David Cameron, en una discreta segunda fila.
La aprobación de la polémica Ley de Inmigración Ilegal en el Parlamento, que prevé la detención y deportación de inmigrantes en situación irregular, ha sido un claro ejemplo de la mano dura que Sunak y su ministra del Interior, Suella Braverman, están dispuestos a aplicar a pesar de la resistencia de las organizaciones de derechos humanos y de la justicia. La ley ha levantado críticas incluso dentro del Partido Conservador, incluida la exprimera ministra Theresa May, quien criticó con dureza la nueva norma en la Cámara de los Comunes poco antes de su aprobación asegurando que «permitirá ganar más dinero a los traficantes de personas a costa de la miseria humana«.
Proclamas incendiarias
Las advertencias de algunos diputados ‘tories’, sin embargo, no han frenado al sector más duro de la formación, que ha tomado las riendas del Gobierno con una serie de proclamas incendiarias destinadas a recuperar a los votantes que dieron la mayoría absoluta a Johnson en 2019. Y al frente de ellos está Sunak, quien a pesar de tener una postura menos populista y un carácter más contenido y prudente que su predecesor, fue uno de los primeros diputados conservadores en apoyar el Brexit, lo cual le ayudó a ganar peso dentro de la formación.
«Sunak puede dar la impresión de ser una especie de tecnócrata moderado, pero en realidad es un conservador social y fiscal«, explica a EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica, Tim Bale, profesor de la Universidad Queen Mary de Londres y autor del libro ‘The Conservative Party After Brexit’ (El Partido Conservador tras el Brexit). «Sabe que su conservadurismo fiscal no es particularmente atractivo para muchos de los votantes que se pasaron a los conservadores en 2019, pero confía desesperadamente en que hablar de delincuencia, de inmigración y de su rechazo a las zonas de bajas emisiones sí lo sea. También hay un efecto bola de nieve: una vez que un partido comienza su viaje hacia el populismo de derecha radical, es difícil de detener».
«Muro rojo»
Uno de los grandes objetivos de Sunak es mantener a los votantes del «muro rojo», las zonas del centro y del norte del país, que cuentan con una clase trabajadora mayoritaria y tradicionalmente laborista pero conservadora en lo social. Unos votantes a los que el primer ministro pretende atraer con su discurso duro contra la inmigración, a pesar de que esto suponga una posible pérdida de votos entre los simpatizantes del Partido Conservador más cercanos al centro liberal. «Es un riesgo que [Sunak] está dispuesto a asumir: los ‘tories’ tienen grandes mayorías en las circunscripciones del sur, más acomodadas y en muchos casos más liberales y contrarias al Brexit, por lo que puede permitirse perder más votantes allí que en los escaños más marginales del norte, menos acomodados y culturalmente conservadores, que votaron a favor del Brexit», asegura Bale.
Facciones del Partido Conservador como los Blue Collar Conservatives, formadas por diputados de las circunscripciones del centro y del norte de Inglaterra y defensoras de la mano dura contra la inmigración, han ganado peso en los últimos años. Entre sus miembros más destacados está Lee Anderson, uno de los vicepresidentes de la formación, quien hace apenas unos días aseguró que los solicitantes de asilo que se nieguen a instalarse en la barcaza ‘Bibby Stockholm’, conocida como la «cárcel flotante« para acoger inmigrantes, pueden «irse a la mierda y volver a Francia«.
Política climática
Más allá de las políticas migratorias, Sunak ha demostrado tener una posición menos contundente de lo esperado en la lucha contra el cambio climático. La concesión de más de un centenar de nuevas licencias para la extracción de gas y petróleo en el mar del Norte ha despertado las críticas de algunos de sus compañeros de partido, entre ellos el que fue secretario de Estado de Medio Ambiente y Energía hasta el pasado junio, Zac Goldsmith, y los representantes del grupo Conservative Environment Network, formado por más de 150 diputados ‘tories’.
El primer ministro insiste en que el objetivo de alcanzar la neutralidad de emisiones en 2050 sigue siendo alcanzable gracias a las inversiones en plantas de captación de carbono, pero cada vez son más las voces, tanto dentro como fuera de la formación, que opinan lo contrario y que temen que las posiciones radicalizadas del Gobierno en esta materia asusten al electorado más moderado.