La anécdota es conocida. Salvador Alemany fue un niño de la posguerra en el Raval, de raíces modestas regadas por un golpe de suerte: a los 12 años le tocó una quiniela y la inversión de lo ganado en un párquing cambió la vida de la familia. Después, prosperó mucho más, hasta llegar a la cúpula económica y empresarial, a la deportiva, a la social.
Mi perfil es poliédrico. He hecho muchas cosas en la ciudad.
¿Cómo era vivir en el Raval en su infancia, en los 40 y los 50? Era un barrio modesto, trabajador. Yo vivía en la calle d’En Roig. Cada vez que paso por allí para ir al Liceu revivo la evolución del barrio. Por Riera Alta y Carme llegas a la Rambla antes que por la calle de Pelai. Mi madre tenía una carnicería, mi tío, un colmado.
¿Qué era el Liceu para usted como niño? Era una referencia lejana. El Liceu me quedaba físicamente muy cerca y socialmente muy lejos. No parecía que estuviera hecho para los que vivíamos en la parte de atrás.
De niño, el Liceu me quedaba físicamente muy cerca y socialmente muy lejos»
Es conocida la historia de la quiniela que ganó. Pero es probable que hubiera mejorado igual, su generación lo hizo en mayor o menor medida. ¿La actual lo tiene más difícil para mejorar? Entonces creíamos que había un ascensor y que el que remaba llegaría al otro lado del río. La gran diferencia es que las distancias eran superiores. Entre un niño del Raval y uno del ‘upper Diagonal’ había una distancia: no sabíamos ni como eran sus casas del ‘upper Diagonal’.
¿Cuándo conoció otras zonas? Yo Iba a los escolapios de Sant Antoni. Hice primaria y secundaria allí. Después fui a la Escuela Industrial, en la calle de Urgell. Y empecé a ver otra ciudad. El Eixample. Lo más lejos que había estado de la calle d’En Roig era el cine Floridablanca. Por debajo de la Gran Via. Más arriba, solo iba para ir al campo del Barça. El de Les Corts. Pero eso no era ver la ciudad. Hoy no hay una persona que viva en Barcelona que no conozca los otros barrios y el diferencial de vida. La primera televisión que vi en casa llegó cuando yo tenía 14 o 15 años. Ya vivíamos el progreso provocado por la quiniela. Hablo de 1959, la quiniela fue en 1956.
Dicen Cáritas y el Banco de España que el 10% más rico ha recuperado lo perdido en la crisis del 2008 y que el 25% más pobre es más pobre que entonces. Es cierto, pero las políticas públicas acabarán corrigiéndolo. Con un poco de suerte, una gran mayoría puede encontrar trabajo para vivir decentemente. Confío en que esta crisis no me desmienta. Hoy un crecimiento profesional con esfuerzo puede alcanzar expectativas razonables, pero un salto espectacular es más complicado que en mi juventud.
Hoy un crecimiento profesional con esfuerzo puede alcanzar expectativas razonables, pero un salto espectacular es más complicado que en mi juventud»
La crisis sanitaria ha cuestionado el modelo de Barcelona, anclado en gran parte al turismo. ¿Cómo redirigir la situación? Hay que separar lo coyuntural de lo estructural. Los efectos de la pandemia durarán meses, un año, dos. Lo coyuntural pondrá en crisis lo más frágil. Y lo que se sustentaba en criterios más sólidos, sobre la base de un conocimiento, superará este desierto, pasándolo mal. Lo estructural: la pandemia ha puesto en evidencia nuestra incapacidad para hacer frente a grandes dificultades. Pienso en las estructuras dirigentes de la política y de otros ámbitos que no son los de la política. Han estado situadas confortablemente, como la ranita en la bañera de agua tibia, y ahora de golpe le han dado una descarga de varios grados de agua caliente. La reacción no ha sido buena. Nos habíamos olvidado de la dificultad. Habíamos perdido el pulso necesario para afrontar una crisis como esta.
¿Como sociedad? Como sociedad, especialmente entre las clases dirigentes. Lo digo como autocrítica, y también en la política. Miro aquí pero también el Estado y fuera del Estado: estamos actuando con poca racionalidad y solidaridad. La pandemia también ha acelerado procesos en positivo: la tecnificación de la gente. Y ha puesto de manifiesto que hay sistemas sin sostenibilidad. Por ejemplo, la masificación de algunos sectores, como el turismo, sin las infraestructuras preparadas, aunque no sean problemas irresolubles.
Lo coyuntural pondrá en crisis lo más frágil. Y lo que se sustentaba en criterios más sólidos, sobre la base de un conocimiento, superará este desierto»
¿Qué problema tenemos con la clase política? Deberíamos plantearnos si hacemos el análisis adecuado sobre la elección de los gobernantes. No es suficiente coincidir en la ideología. En tener empatía con un discurso. Es necesario valorar la capacidad de resolver. Pero también hemos de crear mejores condiciones y respeto para que haya más personas dispuestas a trabajar en los asuntos públicos.
Su trayectoria ha orbitado alrededor del coche: párquings, peajes. El tema le toca de cerca. Estoy motivadísimo con este tema (ríe). Algunas ideas se han caricaturizado. Tenemos que sacar los coches. Bien. Mejorar el aire. El tema es cómo querrá desplazarse la gente. Antes, a nadie le preocupaba ir a Madrid en coche. Hoy, ir a Madrid es tren o avión. Más allá de 200 o 300 kilómetros de distancia, es minoritario el coche. La cuestión del coche irá en función de la movilidad de la generación que nos sigue.
¿Podrá renunciar al coche? Hay que tener en cuenta el sentido de las ciudades polo de atracción. Catalunya tiene a Barcelona como gran polo de atracción. No podemos esperar que una persona que viva en Matadepera acabe yendo a Barcelona y diga: “Cogeré la bicicleta hasta la estación, el tren hasta Sants, en Sants un taxi, o el autobús”. Eso no será. No se podrá pagar un transporte público que pueda resolver la situación de una persona que viva en un núcleo poblacional de 15.000 habitantes.
No podemos esperar que una persona que viva en Matadepera acabe yendo a Barcelona y diga: ‘Cogeré la bicicleta hasta la estación, el tren hasta Sants, en Sants un taxi, o el autobús'»
¿Y entonces? La pretensión de que cuando esta persona venga a Barcelona la haremos pasar por el tubo, y si la calle es ancha, la haremos estrecha. O pondremos cojines berlineses. Y los semáforos los sincronizaremos para que pare en todos. Así empobreces uno de los elementos de potencia que tiene una ciudad. ¿Y eso significa que no tenemos que preocuparnos de la calidad del aire? Claro que sí. La gran lucha es por el mejor transporte público posible. Y por el coche y moto no contaminantes y silenciosos.
El coche eléctrico. No podemos convertir la solución del problema medioambiental en una guerra indiscriminada contra el coche. Hay que combatir las emisiones y la contaminación acústica con la electrificación de la movilidad y la disciplina en el uso de cada espacio, pero respetando un modelo de ciudad en el que conviven usos diversos. La movilidad en coche puede ser canalizada pero no excluidaCreo en el coche eléctrico y en el coche híbrido. El primer coche no puede ser eléctrico puro, si quieres hacer quilómetros. Llegará un momento en que las baterías darán un salto tecnológico y podrás hacer 1.000 kilómetros. Para los recorridos metropolitanos, el híbrido es la solución. El primer coche, si es eléctrico, puede darte déficits de respuesta. El segundo coche tiene que ser híbrido.
No podemos convertir la solución del problema medioambiental en una guerra indiscriminada contra el coche»
Pero las familias ya no suelen tener dos coches. Los precios están bajando a tal velocidad que el problema no es el coste del coche, es dónde meterlo.
¿Cómo vivió el confinamiento? Tengo 76 años. Para la gente que estábamos en los minutos de prórroga profesionalmente hablando, ha sido un golpe. A mí me ha producido mucha tristeza. No he visto a mis nietos en este tiempo. Y todavía hoy se quedan en la puerta, tienen metido en la cabeza que cuidado con los abuelos. Todo esto no lo recuperaré.
Para los que estábamos en los minutos de prórroga profesional, el confinamiento ha sido un golpe. A mí me ha producido mucha tristeza»
¿Ha echado de menos la vida de calle, ir a restaurantes? Hasta cierto punto, pero mi vida social ya presentaba la carencia de que no quedaba con algún amigo para tomar un café. Igual lo recupero. Me ha dado cuenta de que hay gente con lo que no me veo. Soy muy activo con el correo electrónico, pero tengo WhatsApp solo desde hace tres semanas. No lo he tenido hasta ahora, no lo quería. Me parece intrusivo.
La tecnificación por la pandemia que citaba ha estimulado la compra on line. ¿Cómo hacerla convivir con el comercio tradicional? Lo primero es que la logística de la venta on line como la tenemos ahora es insostenible en el futuro. No se puede estar distribuyendo un bolígrafo y que te lo traigan a casa a un precio más económico del que te cuesta en una tienda. Eso solo se explica por la teoría del ‘dumping’ (vender un producto por debajo del precio habitual o incluso del coste de producción para eliminar a la competencia y apoderarse de un mercado). No es sostenible que te traigan un bolígrafo en tres horas y más barato.
No se puede estar distribuyendo un bolígrafo y que te lo traigan a casa a un precio más económico del que te cuesta en una tienda»
¿Cómo evitar que eso arrase al comercio tradicional? Se pueden tomar medidas. La mejor es que el comercio no abandone. Tiene especificidades que no tiene el ‘on line’: miras, tocas. Segundo: el ‘on line’ debe pagar los impuestos que le toque. Estamos en la fase dura del dumping. Lo que no se puede consentir es que haya una furgoneta en doble o triple fila, ocupando toda la calle porque está distribuyendo el bolígrafo. No puede ser que haya repartidores con una contratación irregular, con un salario de pena.
¿Qué medidas tomaría? No hace falta cambiar las leyes. No hay que atacar al cliente, ni al fabricante. Ni siquiera al operador logístico. Hay que poner orden. Cumplir el código de circulación. Solo con eso resultaría más complicado. Nosotros aspiramos a un sistema: eh, ha venido el de Amazon, ha venido el de Seur, y trae un bolígrafo de 10 euros aquí, un pintalabios allí. Y entran 15 repartidores distintos cada día. No, tenemos que ir a un sistema mediante el cual venga, una vez por la mañana y una por la tarde, Joan, al que conocemos, que cuando le abrimos la puerta sabemos quién es. Contratado regularmente.
Tenemos que ir a un sistema mediante el cual no vengan 15 repartidores de venta on line, sino que venga, una vez por la mañana y una por la tarde, Joan, al que conocemos, que está contratado regularmente»
¿El sector económico más poderoso se implica lo suficiente en la sociedad? Hay quien se implica y hay quien no.
¿Aprenderemos de la crisis? Aprenderemos con dolor.
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¿Y eso nos hará mejores? Algunos mejorarán y otros no. Siempre es así. Habrá gente que aprovechará la oportunidad para vivir mejor, para lograr un bienestar mental y otros no lo conseguirán.
Y en parte mejorar será tomar un café con alguien con el que no quedabas hace tiempo. Exactamente. Descubrir nuevos incentivos.