La población del caballito de mar en el Mar Menor ha sufrido un duro golpe con las sucesivas crisis ecológicas que ha padecido la laguna desde 2016. Su estado es crítico y, a día de hoy, ningún experto se atreve a aventurar si la especie tendría la misma capacidad de recuperación que han tenido otros animales tras los dos episodios de mortandad masiva de fauna que sufrió la albufera en los últimos años. Sin embargo, queda un plan B que ojalá nunca tenga que activarse. 

El banco de especies del Mar Menor, un proyecto llevado a cabo en el Acuario de la Universidad de Murcia y liderado por el investigador Emilio Cortés, ha logrado superar la barrera de los mil caballitos criados en cautividad (’ex situ’). Esta especie, junto a la nacra y los signatidos aguja de río y aguja mula, tienen la prioridad absoluta en los trabajos de recuperación que se realizan en las instalaciones ubicadas en uno de los pabellones del Cuartel de Artillería de Murcia. 

«Estamos criando caballitos continuamente», apunta Cortés. Los protocolos de mantenimiento (preparar en los acuarios las condiciones idóneas para que sobrevivan) y el de reproducción ya están conseguidos. Este stock «es una bala en la recámara» por si el caballito de hocico largo, el predominante en el Mar Menor, no logra repoblar la laguna por los sucesivos impactos que sufre una especie tan sensible. «La población se ha venido abajo, veremos a ver cómo se recupera pero con golpes continuados es difícil. Está en regresión», explica el encargado de este ‘arca de Noe’ del Mar Menor. 

Lo aconsejable, añade, es que el Hippocampus «sea capaz de salir adelante». En el caso de que no, los investigadores podrían plantear varios proyectos de reintroducción de la especie que deberán ser evaluados científicamente por un comité nacional. «Pero antes de pensar en la recuperación, hay que solucionar el problema», advierte el biólogo, «el estado ecológico de la laguna está lejos de ser óptimo», lo que pondría en riesgo un plan de repoblación. 

Un caballito de mar hallado muerto en la playa de Los Urrutias (Cartagena), este jueves. JORGE SÁNCHEZ/ANSE


Vida y muerte del caballito de mar en la laguna salada

El Hippocampus o caballito de mar es un símbolo social y ambiental del Mar Menor que pasa por una fase crítica de su supervivencia. El pasado jueves, el biólogo de ANSE Jorge Sánchez encontró un ejemplar muerto en las orillas de la playa de Los Urrutias. Este año, tanto los investigadores de la Universidad de Murcia como la asociación Hippocampus no han detectado ejemplares en los muestreos realizados, aunque se sabe que todavía sobrevive alguno.

Aeropuerto de San Javier

Lo que sí se está estudiando ahora es cómo aportar más variabilidad genética a la reserva de caballitos. El Acuario intenta localizar nuevos juveniles en la laguna que permitan mejorar la capacidad de supervivencia de los descendientes en cautividad. Todo ello en unos laboratorios que trabajan con una decena de especies amenazadas del Mar Menor pero que sufren una evidente falta de espacio. 

El plan para instalar el banco de especies en las instalaciones del antiguo aeropuerto civil de San Javier, como adelantó La Opinión, continúa su marcha y ya hay un anteproyecto sobre la mesa: «Nos hemos quedado sin espacio y sería estupendo poder trasladarnos allí». Cortés está seguro que la cercanía con la laguna permitiría mejorar las investigaciones. 

La nacra se resiste

El bivalvo más conocido del Mar Menor, la nacra, está en horas bajas con 570 ejemplares geolocalizados y una estimación de 1.500 individuos en la laguna.»Está en estado crítico. Tiene la prioridad ‘1’ para lograr su conservación fuera del mar. Hay equipos de investigadores en todo el Mediterráneo intentando trabajar en su reproducción en cautividad», pero también dentro del mar. «Antes del verano hemos tenido tres eventos de reproducción», explica esperanzado.

A día de hoy, a los biólogos del Acuario les cuesta cerrar el protocolo de mantenimiento de la especie, y continúan peleando por conseguir que los individuos larvarios maduren y alcancen una etapa juvenil sin que mueran. «Hay causas de mortalidad realmente tristes», señala el investigador, que apunta a la pesca ilegal con redes que arrancan los ejemplares y a los fondeos en reservas de nacras, que mueren dañadas por las anclas. 

Situación de cada especie en el Acuario de la UMU

Aguja de río: A partir de un grupo de ejemplares reproductores cruzados con otros individuos de la especie recogidos por agentes medioambientales en La Manga durante la anoxia de 2021 se está generando una población en cautividad que se mantiene en buenas condiciones. Esta especie presenta un ciclo de vida corto, de alrededor de un año, por lo que la evolución y crecimiento de la población es bastante ágil.

Aguja mula: Los investigadores han obtenido un primer grupo reproductor, del cual ya se han logrado un número importante de juveniles en proceso de maduración. Entre los objetivos de este año está ampliar el número de reproductores para conseguir una mayor variabilidad genética en el Acuario.

Fartet: Los protocolos de mantenimiento y reproducción de esta especie se han cerrado y se encuentran en fase de optimización. En julio de 2022 se rescataron ejemplares en las Salinas de Marchamalo, que se encontraban en los canales de alimentación de las salinas en el momento de desecación.

Dragoncillo: La población de dragoncillo, especie característica de arenales próximos a las zonas de La Manga, entró en un proceso de regresión, paralelo al deterioro de la calidad de aguas en el Mar Menor y en la actualidad es muy difícil de encontrar. Se han vuelto a observar ejemplares de la especie en la franja de arena, tras cuatro años en los que parecía haber desaparecido la especie.