España fue el quinto país con una la tasa más baja de ventas de bombas de calor de toda Europa, con 9,8 bombas de calor por cada 1.000 hogares, según el informe sobre mercado europeo 2023, elaborado por la Asociación Europea de Bombas de Calor (EHPA, por sus siglas en inglés).
Las bombas de calor utilizan el mismo mecanismo que el aire acondicionado al extraer calor del aire exterior a través de un intercambio térmico. Pero su implementación no es sencilla porque su precio es elevado y el mercado está completamente dominado por las calderas de gas y gasoil, que se estima habrá más de 11 millones en funcionamiento. «Hay tres motivos que explican las bajas cifras: el mix energético español que es muy dependiente del gas, el sistema impositivo que no favorece la electricidad y que el cálculo no incluye los aires acondicionados«, explica la directora general de la Asociación de fabricantes de equipos de climatización (AFEC), Marta San Román.
«Y otra cuestión son las ayudas, los programas de ayudas que en otros países son muy ambiciosos y han impulsado el mercado como en Francia o Italia. Bueno, Italia es un contraejemplo de que los incentivos pueden incentivar mucho, pero bien implementados», agrega. El caso italiano supuso un programa de ayudas tan fuerte que impulsó mucho las ventas, pero favoreció la instalación de bombas de calor mixtas, que funcionaban la mayor parte del tiempo en modo caldera y las quitaron.
«Imaginemos que la bomba de calor y las condiciones en una casa fueran unos 8.000 o 9.000 euros. Esto significa que las familias españolas tienen que invertir unos 100.000 millones de euros en cambiar sus sistemas de calefacción. Y no es que vaya en contra de la electrificación, solamente doy un dato», decía el presidente de la principal gasista española, Francisco Reynés, en plena crisis energética, en abril de 2022, en un desayuno organizado por la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE).
En España, en 2022 las ventas de las bombas de calor aumentaron más de un 20% en comparación con el año anterior. En el conjunto de Europa se alcanzó la cifra récord de 3 millones de bombas de calor, un 38% más que un año antes. En total en Europa y Reino Unido tienen en su haber un total de 20 millones de instalaciones. Si se tiene en cuenta que hay aproximadamente 120 millones de edificios residenciales, supondría una cuota del 16%.
En términos de consumo de gas, estas cifras serían el equivalente a unos 4.000 millones de metros cúbicos de esta materia prima que se ahorran, algo así como la mitad del gas que España puede enviar a Francia a través de las interconexiones terrestres en un año, según la misma asociación. Tras el inicio de la guerra de Ucrania, para evitar la dependencia de Rusia del gas, el ejecutivo comunitario se marcó como objetivo alcanzar los 60 millones de bombas de calor instalados en 2030, esto es unos 12.000 millones de metros cúbicos de gas (siguiendo la comparación anterior, la cantidad de gas ahorrada sería similar al fluido que podría cruzar los Pirineos si se hubiera construido el famoso MidCat).
Redes de calor y frío
En el caso español, la actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) incluye para electrificar la demanda ‘doméstica’ el despliegue de coches eléctricos (hasta 5,5 millones de vehículos de este tipo) y un “importante” despliegue de bombas de calor que supone un incremento del 177% respecto a las cifras de 2020. Esta hoja de ruta, que hasta junio del próximo año puede ser modificada, aboga sobre todo por las redes de calor y frío de distrito, esto es, un sistema centralizado para la climatización (producción de calor y frío) que básicamente pasan por un sistema de tuberías que permite conectar múltiples fuentes energéticas a distintos puntos de energía, según explica el IDAE.
Este tipo de sistemas son energéticamente más eficientes que las soluciones individuales, pero requieren de una “inversión importante”, según explica el Gobierno en el borrador del PNIEC. Además, subraya la necesidad de analizar los retos técnicos que supone introducir este tipo de redes en españa como estudiar cómo resolver de la mejor forma la interconexión entre la potencial red de calor y frío y los edificios residenciales existentes o la introducción de frío para edificios residenciales desde estas redes, algo que es todavía “una práctica infrecuente”. “Hay que estudiar y analizar cómo gestionar, tanto desde el punto de vista de la producción, utilizando por ejemplo energía geotérmica con grandes bombas de calor, como en la distribución urbana y la conexión con los edificios de barrios ya existentes antes mencionada”, agrega.
Barcelona es pionera
En Barcelona se constituyó en 2002 la primera red urbana de este tipo para su utilización en calefacción, climatización y agua caliente sanitaria. Conocida como Districlima está formada por la eléctrica francesa Engie (50,8%), la compañía de residuos Tersa (20%), Aguas de Barcelona (19,2%), el Instituto Catalán de Energía (5%) y su homólogo nacional, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (5%). El proyecto se ubicó inicialmente en la zona del Front Litoral del Besòs, que fue remodelada entonces para acoger el Forum de las Culturas de 2004, con una concesión a 25 años. En 2005, y tras un concurso público, se inició una segunda etapa con la extensión de la red al distrito tecnológico del 22@. Con una concesión a 27 años, la red va extendiendo su trazado en función del desarrollo urbanístico de la zona y las necesidades de conexión de nuevos usuarios. En la actualidad, cuenta con más de 18 kilómetros de trazado y 100 edificios conectados a la red, según indica en su página web.