No se lo han puesto fácil. Felipe VI lleva camino de convertirse en el monarca más estresado de Europa: la próxima semana tiene previsto iniciar la novena ronda de consultas con los grupos políticos para designar a un candidato a la investidura, en ocho años de Reinado.

Aunque esta vez se encuentra ante un dilema especialmente delicado: debe elegir si propone la investidura al ganador de las elecciones, Alberto Núñez Feijóo (que en principio no tiene mayoría suficiente para gobernar), o a Pedro Sánchez, que ya tiene casi atada una mayoría absoluta de 178 escaños mediante nuevas cesiones a los independentistas de ERC y Junts.

Si el Rey propone en primera instancia a Alberto Núñez Feijóo, como ganador de las elecciones, y éste no logra ser investido presidente por falta de mayoría parlamentaria, Felipe VI se vería obligado a convocar su décima ronda de consultas, de la que surgiría probablemente la propuesta para que Pedro Sánchez sea el elegido.

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En apenas ocho años, Felipe VI igualaría así la cifra de su padre, Juan Carlos I, quien tuvo que convocar 10 rondas de consultas en 37 años de Reinado.

La ajetreada agenda institucional de Felipe VI con los grupos políticos es un fiel reflejo de la inestabilidad que ha vivido España durante su Reinado tras la ruptura del bipartidismo, con la irrupción nacional de Podemos, Ciudadanos (desde 2015) y Vox (2019), que ha dificultado la formación de mayorías de Gobierno.

Durante este período, el Rey se ha enfrentado a situaciones insólitas como la vivida cuando el ganador de las elecciones del 20-D de 2015, Mariano Rajoy, declinó su propuesta de someterse a la investidura, porque no tenía una mayoría suficiente.

También ha habido tres elecciones anticipadas, una moción de censura (la única que ha prosperado en la democracia), tres debates de investidura fallidos y sólo dos que tuvieron éxito: la de Mariano Rajoy en octubre de 2016 (gracias a la abstención del PSOE, después de que los barones socialistas defenestraran a Pedro Sánchez), y la del propio Sánchez en enero de 2020, gracias a su pacto de coalición con Podemos que había negado rotundamente durante la campaña electoral.

La decisión del Rey

La decisión que debe tomar ahora Felipe VI, tras recibir el próximo martes a Sánchez y Feijóo en La Zarzuela, genera dudas jurídicas, que la Casa del Rey deberá resolver.

En su intervención del pasado miércoles ante los diputados y senadores del PP, Feijóo se mostró convencido de que «cuando llegue el momento, el jefe del Estado actuará como ha hecho siempre, de acuerdo con la Ley, ejerciendo sus funciones constitucionales, solo al servicio de los españoles».

Es decir, sugirió que el Rey le propondrá someterse a la investidura, optando en primer lugar por el ganador de las lecciones, «como ha hecho siempre» en más de cuatro décadas de democracia. Pero hasta ahora Feijóo sólo suma el apoyo de 172 diputados (los de PP, Vox, UPN y CC), insuficientes para alcanzar la mayoría absoluta, situada en 76.

Sin embargo, la elección de la socialista Francina Armengol como presidenta del Congreso ha demostrado que Sánchez puede sumar una mayoría de hasta 178 escaños, aunque sus socios de Junts y ERC le exigen ahora pruebas palpables de que aprobará la amnistía para todos los independentistas encausados por la Justicia, antes de darle el sí definitivo.

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Los juristas consultados por EL ESPAÑOL apuntan que, dado el reducido margen de discrecionalidad que le otorga la Constitución, el Rey debe inclinarse por el candidato que tenga más opciones de reunir la mayoría necesaria para ser investido presidente en las Cortes (por mayoría absoluta en la primera votación, o simple en la segunda), aunque no haya sido el ganador de las elecciones. La próxima semana se despejará la duda.

Aunque en estos ocho años de Reinado (Felipe VI fue proclamado Rey el 19 de junio de 2014, tras la abdicación de su padre), ha habido todo tipo de sorpresas.

Tras las elecciones generales del 20-D de 2015, el Monarca tuvo que celebrar tres rondas de contactos sucesivas con los grupos políticos, sin que ningún aspirante lograra la investidura. Aquellos comicios ya habían arrojado una enorme fragmentación del arco parlamentario: el PP obtuvo 123 escaños (63 menos respecto a la mayoría absoluta que había obtenido en 2011), el PSOE (ya con Pedro Sánchez como candidato) 90, Podemos irrumpió con 69 y Ciudadanos (Cs) con 46.

Ante este resultado, Pablo Iglesias se apresuró a ofrecer el 22 de enero de 2016 a Pedro Sánchez un pacto de Gobierno en el que Podemos asumiera el control de RTVE y ministerios como los de Economía, Defensa, Justicia e Interior. La propuesta no sedujo a Sánchez, pero Iglesias siguó esperando su momento.


Felipe VI junto a Mariano Rajoy, en el Palacio de la Zarzuela en 2016.

EFE

En la primera ronda de consulta de su Reinado, Felipe VI propuso aquel mismo 22 de enero al presidente en funciones Mariano Rajoy que se sometiera al debate de investidura, como ganador de las elecciones. Pero éste «declinó el ofrecimiento», al no tener la mayoría suficiente para salir airoso del trance, tal como informó la Casa Real en un aséptico comunicado.

«Hoy no tengo los votos y, por tanto, no tiene sentido que vaya allí a los únicos efectos que de que empiece a correr el plazo de dos meses que establece la Constitución española», explicó luego el propio Mariano Rajoy.

Felipe VI se vio obligado entonces a celebrar una segunda ronda de consultas, tras la cual el 22 de febrero propuso al candidato socialista que se sometiera a la investidura. Pedro Sánchez aceptó, hizo los deberes y se presentó al debate de investidura (celebrado entre el 2 y el 4 de marzo) con un pacto programático firmado con el líder de Cs, Alberto Rivera. Pero en la votación sólo obtuvo 131 votos (los del PSOE, Cs y CC), frente a 219 votos en contra.

Comenzó entonces a correr el plazo de dos meses para celebrar nuevas elecciones. En la tercera ronda de contactos celebrada por Felipe VI el 25 y 26 de abril, constató que ningún candidato reunía mayoría suficiente.

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Mariano Rajoy llevaba ya seis meses como presidente del Gobierno en funciones, cuando se celebraron los comicios del 26-J de 2016: cambió ligeramente el mapa político, pero seguía la amenaza de bloqueo. El PP de Rajoy creció hasta los 137 escaños, el PSOE cayó a 85 (Pedro Sánchez no logró rentabilizar su primer intento de investidura), Podemos se deshinchó hasta los 71 y Cs se quedó con 32.

Tampoco tuvo éxito la cuarta ronda de consultas del Reinado de Felipe VI. Los representantes de los grupos parlamentarios volvieron a desfilar por el Palacio de la Zarzuela los días 26 y 27 de julio. El Rey propuso la investidura a Mariano Rajoy, quien logró sumar el apoyo de Ciudadanos y CC, mediante pactos programáticos. Rafael Hernando (PP) y Juan Carlos Girauta (Cs) fueron los encargados de negociar el acuerdo.

Pero Rajoy salió derrotado en el debate de investidura que se inició el 30 de agosto, porque el PSOE de Pedro Sánchez mantuvo el bloqueo institucional. En la segunda votación, celebrada el 2 de septiembre, el candidato popular obtuvo 170 votos a favor, frente a 180 en contra.

Todo cambió el 1 de octubre, cuando los barones socialistas forzaron la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE, tras una sesión del Comité Federal más tensa que se recuerda. Sánchez renunció a su acta de diputado el 29 de octubre, sólo unas horas antes del nuevo debate en el que, esta vez, Mariano Rajoy logró ser investido presidente por mayoría simple (tras la quinta ronda de contactos de Felipe VI), gracias a la abstención acordada por la gestora del PSOE.

Los «viernes sociales»

Quince diputados socialistas decidieron desobedecer a la gestora y votaron no. Pese a ello, la elección de Rajoy logró poner fin al bloqueo institucional que duraba ya diez meses.

Pedro Sánchez logró regresar a la secretaría general del PSOE en las primarias celebradas el 21 de mayo de 2017, en la que derrotó a Patxi López (hoy su portavoz en el Congreso de los Diputados) y Susana Díaz. Y justo un año después, el 1 de junio de 2018, logró convertirse en presidente del Gobierno al salir adelante la moción de censura que presentó contra Mariano Rajoy. Esta vez, Felipe VI no tuvo que celebrar ronda de contactos y se limitó a firmar el real decreto de nombramiento de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.

En la moción, Sánchez se había comprometido a convocar elecciones inmediatas, aunque demoró el trámite durante diez meses. Se celebraron el 28 de abril de 2019, tras dos meses de «viernes sociales» en el Consejo de Ministros. El PSOE obtuvo 123 diputados, el PP se desplomó hasta los 66 (con Pablo Casado por primera vez como candidato a la Presidencia), Ciudadanos alcanzó los 53, Podemos retrocedió y Vox irrumpió en el Congreso por primera vez con 24 escaños.

Felipe VI convocó su sexta ronda de consultas el 5 y 6 de junio. Propuso a Pedro Sánchez que se presentara a la investidura, pero no prosperó porque el candidato socialista rechazó de nuevo un pacto con Podemos. De nuevo, la investidura fallida ponía en marcha el reloj. En su séptima ronda de consultas (celebrada el 16 y 17 de septiembre), el Monarca constató que ningún candidato tenía suficiente mayoría para gobernar, lo que dio paso a las elecciones generales anticipadas del 10-N de 2019.

Pedro Sánchez jura el cargo de presidente ante el Rey.


Pedro Sánchez jura el cargo de presidente ante el Rey.

EFE

Esta vez, tan sólo 24 horas después de los comicios, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias anunciaron su pacto de gobierno que el candidato socialista había negado durante toda la campaña electoral. El PSOE había obtenido 120 escaños, el PP 89 (en los segundos comicios de Pablo Casado), Vox obtuvo su mejor resultado con 52 y Cs se desplomó hasta 10.

En la octava ronda de consultas de su Reinado, Felipe VI pidió a Pedro Sánchez que se sometiera a la investidura, que esta vez resultó exitosa. Pese a que Podemos había quedado relegado como cuarta fuerza política en los comicios (por detrás de Vox), logró entrar en el Gobierno, con Pablo Iglesias como vicepresidente.

Felipe VI encara el lunes su novena ronda de consultas con los grupos políticos, que de nuevo puede dar lugar a una investidura fallida, si es propuesto Alberto Núñez Feijóo y no suma los apoyos necesarios en las Cortes. Pedro Sánchez vuelve a esperar su momento, mientras ata los últimos cabos de la negociación con ERC y Junts, con la exigencia de una amnistía generalizada para los independentistas sobre la mesa.