El reino que le queda a Juan Carlos I se fundó en la costa del sur de Galicia hace casi una década. Mauricio Sánchez-Bella Carswell apareció por el puerto deportivo de San Vicente do Mar (O Grove) con un barco que causó sensación entre las familias pudientes que veranean en este rincón de la ría de Pontevedra. El hijo de quien sucedió a Manuel Fraga como ministro franquista de Información y Turismo había comprado y restaurado una embarcación construida en 1929. Se trataba de un velero 6m, una antigua modalidad que había desaparecido en España después de ponerse de moda en los años treinta del siglo pasado. En ella el patrón navega encajado en un asiento, sin moverse, no tiene que cambiar de lado cuando escora el barco. Va además arropado a muy poca distancia por el resto de la tripulación. Entre los regatistas de alta cuna, hubo alguien que vio en aquella joya el consuelo para un rey sin corona.

Ese alguien se llama Pedro Campos Calvo-Sotelo. Encabeza el reducto de fieles que no le ha dado la espalda en España a Juan Carlos I pese a sus escándalos. Es armador, laureado deportista náutico y pariente del expresidente del Gobierno con el que comparte apellido compuesto. Sin embargo, a sus 73 años, se ha hecho famoso realmente por dar cobijo al rey emérito en sus controvertidos regresos a España desde su destierro en Abu Dabi. Cuando vio el barco de Mauricio Sánchez-Bella Carswell, imaginó allí sentado a su amigo Juan Carlos de Borbón. El exmonarca acababa de ser empujado a la abdicación y sus achaques físicos lo mantenían alejado de la vela, uno de sus divertimentos favoritos. Aquel tipo de velero podía significar su vuelta a las regatas. El olfato de Campos para la navegación y los negocios dio en el clavo. Hoy, con sus desmanes fiscales a la vista de todos y después de tres años de destierro en Abu Dabi, ese butacón de piel desde el que maneja el timón es lo más parecido a un trono que le queda al padre de Felipe VI.

 

Gracias al impulso de Campos, aquel primer velero tipo 6m que surcó las aguas de la ría de Pontevedra no fue el último. Juan Carlos I lo probó en el verano de 2015 y le encantó. “Pensamos que lo usaría solo para navegar y quitarse la espinita, pero no. Don Juan Carlos dijo que teníamos que lograr que España se convirtiese en la cima mundial de los 6m, que teníamos que conseguir una flota de nivel, participar en campeonatos de fuera y traerlos también aquí”, rememora Sánchez-Bella Carswell. Dicho y hecho. En poco tiempo, se montó una flota y un circuito de regatas en Sanxenxo, meca veraniega de refugiados climáticos madrileños y grandes fortunas y en la que Campos preside el club náutico desde hace 24 años.

Una reducida élite económica cercana al exmonarca se fue comprando uno de aquellos elegantes veleros de madera. Así lo hicieron el consejero delegado de Abanca, Francisco Botas; la familia del magnate venezolano José Álvarez Stelling; o el fundador del fondo de inversión Oakley, Peter Dubens. “Es más una cuestión de círculo social que de economía, no son barcos tan caros”, afirma el periodista náutico Nacho Gómez-Zarzuela, autor del libro El Rey y el mar sobre la trayectoria deportiva de Juan Carlos I. “Lo que marca ese círculo reducido que se ha creado es que se conocen entre ellos”.

El Club Náutico de Sanxenxo ha acogido en los últimos años campeonatos mundiales, europeos y españoles de 6m con el patrocinio de la Xunta de Alberto Núñez Feijóo y el Ayuntamiento. El rey emérito solo compite en la modalidad de barcos clásicos, construidos hasta 1965. Las pruebas que componen la liga española se desarrollan de marzo a noviembre y, si se presenta la oportunidad de que participe el exmonarca, se adaptan a sus necesidades. El Trofeo Hotel Carlos I Silgar, en el que compitió hace dos semanas y que puntúa para ese circuito, iba a celebrarse a principios de julio, pero la convocatoria de elecciones generales que se anunció el 29 de mayo lo trastocó todo. La Casa Real no veía bien que el rey emérito se pasease por Sanxenxo a las puertas de los comicios, así que la regata se retrasó sin problema hasta finales del mismo mes. Juan Carlos I se enroló en el barco que siempre está a punto para él, el Bribón 500, construido en 1947 y propiedad de uno de sus fieles, Josep Cusí. Y pese a sus 85 años, los problemas de movilidad que padece y que apenas entrena, ejerció de patrón y se alzó ganador. ¿Cómo es posible?

 

Desde la Real Federación Española de Vela explican que llevar el timón de un barco 6m no conlleva “ningún esfuerzo físico”. Mientras los demás tripulantes ajustan las velas, leen el mar y el viento y deciden las tácticas, abunda la entidad, él maneja la caña con la información que le dan. ¿Toma él las decisiones en las maniobras que llevan al Bribón 500 al podio? En la federación alegan que no pueden responder a esa pregunta, pero recuerdan que en el mar “donde hay patrón, no manda marinero”. “En el agua no hay concesiones”, defiende Alejandro Varela, responsable de Comunicación del Club Náutico de Sanxenxo del que el exmonarca es presidente de honor: “Nadie le va a decir: ‘Pase usted primero, majestad”. Lo que sí han confesado públicamente los compañeros de travesía de Juan Carlos I es que, se ponga como se ponga la cosa, siempre se dirigen a él como “señor”.

Todos los expertos consultados coinciden en que al rey emérito lo acompaña una tripulación de élite con la que es difícil fallar. Son un dream team en el que destacan viejas glorias de la vela mundial que siguen estando en forma. Campos, que siempre compite a su vera, “es un extraordinario navegante y se conoce la ría de Pontevedra como la palma de su mano”, subraya Avelino Ochoa, expresidente del Club Náutico de San Vicente y de la Asociación Galega de Barcos Clásicos y de Época. La tripulación del Bribón 500 que ganó el trofeo de Sanxenxo con el emérito a la caña la integran deportistas de renombre como Ross Mcdonald (plata olímpica en Atenas 2004 y bronce en Barcelona 92) o Alejandro Jane Abascal (primer oro olímpico del deporte español en Moscú en 1980). “Él tiene tino en la caña porque navega de toda la vida y es buen patrón, pero es que la tripulación es de primerísimo nivel mundial. Jane es un prodigio, uno de los mejores navegantes del mundo”, coincide Gómez-Zarzuela al explicar los triunfos deportivos del anciano exmonarca. “Lleva navegando desde los dos años y ha tenido los mejores profesores del mundo mundial, pero no es solo su destreza: va rodeado de un equipo excelente”, apunta el también periodista náutico Alejandro Varela.

Las victorias del equipo que arropa al rey emérito no son una sorpresa y se producen con y sin él, dentro y fuera de Galicia. En septiembre pasado ganaron en Cascais (Portugal) su tercer campeonato de Europa de 6m en la modalidad de clásicos. En aquella ocasión, el patrón del Bribón 500 fue Ross Mcdonald. El barco atesora también dos campeonatos del mundo en esta modalidad con Juan Carlos I a la caña, en 2017 y 2019. “A la gente le puede llamar la atención”, admite Sánchez-Bella Carswell sobre el sorprendente hecho de que a sus 85 años y con sus achaques pueda competir, “pero él ha sido un deportista de élite y lo tiene todo, experiencia, afición, competitividad… Es un tripulante muy válido”.

La tripulación de élite no es el único secreto tras las gestas deportivas del padre del Rey de España. Para estar al 100% en las regatas, los veleros clásicos como el suyo exigen un cuidado permanente que solo se pueden permitir unos pocos. Lo explica Pepe Garrido, gerente de uno de los dos astilleros de la zona que mejoran y reparan estos barcos: “Les hacemos continuas mejoras para aligerarlos, les cambiamos pesos o maniobras… Todo lo que sea necesario para mejorar su eficacia” en el mar. Por Astilleros Garrido, una experimentada factoría de O Grove especializada en embarcaciones de madera que está en manos de la quinta generación de la misma familia, han pasado todos los 6m clásicos que tienen base en Sanxenxo, incluido el del rey emérito. Garrido admite que el mantenimiento de estos veleros no está al alcance de cualquier bolsillo, “sobre todo, si se quiere estar arriba” en el podio.

El de las regatas de estos barcos clásicos es un reino pequeño y en España lo habitan célebres linajes de la náutica. En el planeta compiten un total de 55 veleros de este tipo y ocho de ellos son españoles, todos con base en Galicia, según datos de la ISMA, la asociación internacional que los agrupa. El trono europeo de los 6m clásicos se lo disputaron en 2022 cinco barcos y dos de ellos eran de amigos de Juan Carlos I y registrados en Sanxenxo: el Bribón 500, que ganó, y el Titia, patroneado por Mauricio Sánchez-Bella Carswell, que quedó tercero. En el caso de la liga española y del trofeo que acaba de llevarse el rey emérito, un rápido vistazo a las tripulaciones de los seis barcos participantes basta para percibir una repetición de apellidos y varios lazos de parentesco. En uno de los rivales del exjefe de Estado navegaban dos hermanos de Pedro Campos. Otro de los veleros volvió a ser el Titia, con Sánchez-Bella a la caña. En el Alibabá, que iba ganando y acabó cediendo el primer puesto al Bribón 500, navegaba la infanta Elena. Y a bordo de otros dos contrincantes competían sendos tripulantes apellidados De la Gándara Alonso.

El 31 de agosto arrancará en la isla de Wight (Reino Unido) el campeonato del mundo y el rey emérito piensa participar. Su entorno asegura que su pérdida de peso forma parte de la preparación física para esa cita. “Lo de Sanxenxo son entrenamientos para llegar al mundial. Eso es lo que ahora le estimula”, señala Gómez-Zarzuela sobre Juan Carlos I. Hasta este lunes, en la categoría del Bribón 500 se habían inscrito 15 veleros, informan fuentes de la ISMA.

Patrocinadores de postín

La náutica en Sanxenxo es ocio y también negocio. Las velas de los 6m clásicos llegan de la fábrica que tiene a solo 50 kilómetros la multinacional North Sails, la principal empresa del sector en el mundo y de la que es socio Dubens, una de las fortunas que se implicaron en la creación de la flota en Sanxenxo. Esta compañía tiene su factoría gallega en Cuntis porque es el pueblo de origen de Campos y él mismo ha participado en su gestión. North Sails le compró su empresa familiar Velas Campos y lo puso incluso un tiempo como presidente. Quienes conocen al hombre que acoge a Juan Carlos I en sus escapadas a España, que ha declinado participar en este reportaje, cuentan que ha amasado una fortuna gracias a la náutica y que es además un lince para conseguir espónsores de postín. Por eso ha logrado que grandes marcas patrocinen sus regatas. La presencia del rey emérito es un reclamo, un gran escaparate, coinciden diversas fuentes del sector, una garantía de que el evento será ampliamente publicitado por medios de comunicación de dentro y fuera de España.

Las regatas que nacieron en Sanxenxo para agasajar al rey expatriado no se quedan en un asunto privado de un grupo de amigos adinerados y enamorados del mar y la náutica. Los escándalos de Juan Carlos de Borbón que lo han obligado a vivir fuera de España no evitan que las administraciones gallegas aporten dinero público a los eventos en los se enmarcan estas exclusivas carrerras. El último trofeo contó con el patrocinio de la Xunta, la Diputación de Pontevedra y el Ayuntamiento de Sanxenxo. Tanto el presidente del Gobierno autonómico, Alfonso Rueda, como el alcalde de la localidad, Telmo Martín, ambos del PP, no ahorran loas a la figura del padre del Rey. Defienden que las visitas del exmonarca suponen una buena “promoción turística” para Galicia. Desde el Club Náutico de Sanxenxo le auguran una larga vida al reino flotante de Juan Carlos I: “Estas regatas gravitan alrededor del rey pero cuando no está también existen. Y la idea es seguir. Es un activo que le gustaría tener a cualquier club del mundo”.